La palabra clave que se me antoja que ha sido buscada tras ver esta coproducción es, observación. He tenido la impresión a cada plano que se deja ver en 'La asesina', de estar contemplando un lienzo tras otro de una belleza policromática incuestionable que no me transmitían, salvo momentos puntuales, prácticamente nada. Aprovechando para transcribir una de las pocas veces en que se alza una voz, lo mismo que la destreza sin igual con la espada de Nie Yinniang, el estilo se ha apoderado de los ojos de Hsiao-Hsien y su equipo de dirección artística para elaborar tan deslumbrante fotografía. Mi mente, sin embargo, es más esclava de los sentimientos humanos. Estos, no es que no estén presentes, lo están en todo momento, es solo que la narración se pierde entre lirismos y planos a menudo eternos, que son capaces de soliviantar la paciencia de quien no esté dispuesto a entender que la estética va por delante de la práctica en todo momento.
La división de opiniones verá aquí uno de sus casos más llamativos: sin dejarse llevar por la pasión, todo se dilucidará entre quienes piensen que estamos ante una obra que es toda poesía en imágenes y su satisfacción emocional se vea colmada, o aquellos para los que el contenido sea una cuestión primordial que no se debe perder entre innumerables momentos concedidos al placer visual y solo a éste.