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5
7,4
59.174
Thriller. Drama
El misterioso Nikolai es el chófer de una poderosa familia de la mafia rusa en Londres, un clan liderado por el veterano y frío Semyon y por su hijo Kirill, un tipo inestable muy cercano a Nikolai. Un día en el restaurante de Semyon se presenta Anna, una comadrona de hospital muy afectada por la muerte en el parto de una adolescente rusa. Anna ha decidido buscar a la familia de la chica sirviéndose del diario que ésta dejó escrito en ruso. (FILMAFFINITY) [+]
3 de septiembre de 2008
44 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para los que vemos las películas dobladas, los malos con acento extranjero quedan ridículos. Estos son rusos, pero hablan como Radomir Antic, es decir, sin artículos determinados: "Es de vieja escuela. Conose situación"
También que ver a dos maromos de la mafia rusa haciéndose arrumacos, da un poquillo de grima.
Y cómo le gusta la charcutería al tito David, que busca cualquier excusa para ponerle un poquito de Ketchup al plano. Ojalá un día le inviten a un bocata gallinejas y entresijos en las fiestas de Manzanares y se le quitan las ganas de filmar órganos muertos.
Sí, es Londres, pero salvo la escena del Chelsea, apenas uno se da cuenta. No digo que rueden los exteriores en Picadilly Circus, pero una viejecita compartiendo unas pintas con unos hooligans, cuando menos, no es mucho pedir...
Pero lo más rayante es la lectura en off, con vocecita de pena, del motor del film (el diario).
Y lo de siempre con Cronenberg, que cuando salen los títulos de crédito, te preguntas: "¿Ya?"
La práctica totalidad del estrellamen se reparte entre los dedos en la garganta de Viggo y las canciones rusas.
También que ver a dos maromos de la mafia rusa haciéndose arrumacos, da un poquillo de grima.
Y cómo le gusta la charcutería al tito David, que busca cualquier excusa para ponerle un poquito de Ketchup al plano. Ojalá un día le inviten a un bocata gallinejas y entresijos en las fiestas de Manzanares y se le quitan las ganas de filmar órganos muertos.
Sí, es Londres, pero salvo la escena del Chelsea, apenas uno se da cuenta. No digo que rueden los exteriores en Picadilly Circus, pero una viejecita compartiendo unas pintas con unos hooligans, cuando menos, no es mucho pedir...
Pero lo más rayante es la lectura en off, con vocecita de pena, del motor del film (el diario).
Y lo de siempre con Cronenberg, que cuando salen los títulos de crédito, te preguntas: "¿Ya?"
La práctica totalidad del estrellamen se reparte entre los dedos en la garganta de Viggo y las canciones rusas.