Yo pensaba que duraba más que Novecento y resulta que no llega a los 110 minutos. Se hace muy larga, joder, muy larga. Y es que aguantar el flequillo de Andy García más de una hora es una tortura cruel.

Desde que hizo de prota en El Padrino III siempre actúa igual. No sé que coño le diría el pesao de Al Tocino, pero a buen seguro que Andy García lo entendió mal. Para empezar (aunque más bien en esto el culpable es Lumet), queda fatal en pantalla que un bizco mire al infinito, sencillamente porque no alcanza. Si lanzase rayos láser por los ojos, éstos chocarían a medio metro y se le chamuscaría el flequillo. Qué grande. En mi opinión debieron tirarle atrás en su primer casting dándole alguna razón de peso. Por ejemplo, que tiene cara de lateral izquierdo. De lateral paquete, evidentemente.

Andis a parte, compartiréis seguramente la opinión de que las películas de gente indignada son odiosas, sobre todo si los actores no dan la talla. Se indignan de manera denterosa y uno se pone colorao en su sofá de la vergüenza que le están haciendo pasar. ¡Se echan reprimendas unos a otros! Pero por favor, qué lamentable. En serio Andy García gritando en plan Tocino defraudado por la no honradez de otro de sus compañeros de reparto es una tortura cruel. Dreyfuss y Gandolfini están algo mejor, qué duda cabe, pero tampoco puede dar para mucho una película de corruptelas tópica, típica y patética como esta.