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Voto de cherburgo:
5
6,9
889
16 de febrero de 2015
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Preparando un examen de francés he revisionado en V.O. esta ópera prima de Jacques Rivette, menos conocido que Truffaut o Goddard pero igual de importante que aquellos, a entender de los expertos. Ya la había visto en el 2002 en un ciclo sobre Nouvelle Vague que programó la Filmoteca de Valencia, y recuerdo que aquella tarde me aburrí soberanamente.
Masoquista que es uno, la encontré online y me puse a ello. Se trata de una historia sobre una encantadora Betty Schneider que investiga una muerte dentro del círculo intelectualoide de amigos de su hermano. El grupito se las trae: el hermano de la susodicha; un escritor americano refugiado político en París, huido de la caza de brujas del senado McCarthy; un director de teatro con poco éxito; la novia de éste, una tía estirada que no se ríe ni por saber morir; un gafapastas con un cubata pegado a la mano que no sabemos muy bien que pinta en todo esto; varios actores, actrices... y por último el muerto, presunto suicida, español que componía música de guitarra. Las fiestas que se monta este grupo son de todo menos divertidas. Se sientan, beben, y empiezan a divagar.
Bien, pues sobre este grupo que parece formar algo así como un grupo terrorista o subversivo comienza a planear la sombra de una amenaza que no se concreta en ningún momento de la peli. Se trata de un gran macguffin conspiratorio; la amenaza no tiene ninguna importancia, y Rivette se centra en el discurso existencialista de los personajes, discurso que es tan plomizo como el cielo de París.
Masoquista que es uno, la encontré online y me puse a ello. Se trata de una historia sobre una encantadora Betty Schneider que investiga una muerte dentro del círculo intelectualoide de amigos de su hermano. El grupito se las trae: el hermano de la susodicha; un escritor americano refugiado político en París, huido de la caza de brujas del senado McCarthy; un director de teatro con poco éxito; la novia de éste, una tía estirada que no se ríe ni por saber morir; un gafapastas con un cubata pegado a la mano que no sabemos muy bien que pinta en todo esto; varios actores, actrices... y por último el muerto, presunto suicida, español que componía música de guitarra. Las fiestas que se monta este grupo son de todo menos divertidas. Se sientan, beben, y empiezan a divagar.
Bien, pues sobre este grupo que parece formar algo así como un grupo terrorista o subversivo comienza a planear la sombra de una amenaza que no se concreta en ningún momento de la peli. Se trata de un gran macguffin conspiratorio; la amenaza no tiene ninguna importancia, y Rivette se centra en el discurso existencialista de los personajes, discurso que es tan plomizo como el cielo de París.