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Voto de Lafuente Estefanía:
7
Western Jubal (Glenn Ford), un vaquero de reputación intachable, acepta la oferta de un rico terrateniente (Borgnine) para trabajar como capataz en su rancho. Aunque Jubal rechaza las insinuaciones de la mujer del ranchero, es acusado de adulterio y tiene que batirse en un duelo del que sale vencedor. En este sólido western, que nos remite al Otelo de Shakespeare, Rod Steiger desempeña el papel de Yago. (FILMAFFINITY)
26 de abril de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un hombre, Jubal (Ford), cae exhausto en medio del camino en la primera escena. Allí lo recoge Shep Horgan (Borgnine), el buen samaritano que lo lleva medio congelado a su rancho donde consigue reponerlo a base de café caliente y whisky.
"Huele a ovejas". El buen ambiente de la casa pronto lo rompe Pinky (Steiger), un malhumorado peón que no ve con buenos ojos al recién llegado, "La mayoría se moriría de hambre antes de cuidar ovejas". "Y se mueren", responde lacónico Jubal para añadir que "Cuando la necesidad obliga no puede elegirse el trabajo".
Curioso, un par de años después veremos a Ford como propietario de un gran rebaño de ovejas en "Furia en el valle".
Pronto se aprecia que Jubal arrastra tras de sí un triste pasado, "Llevo la mala suerte allá donde voy", y decide marcharse. Pero Shep le ha tomado cariño e insiste, "Un hombre tiene que decidir lo que quiere, no llegará a ninguna parte si no logra vencer su suerte".
Y se queda. Y se queda para desencadenar a partir de ese momento una tormenta de pasiones con la bella esposa de Shep, Mae (French), que, insatisfecha e infeliz, se enamora del recién llegado. Pasiones y celos, envidias y mentiras, traiciones y odios.
Pero también fortaleza para sujetar la inclinación, gratitud hacia el benefactor, amistad, camaradería, honradez. Un western clásico donde la virtud al final se impone.
Un western de personajes con toques melodramáticos. Personalidades de gran fuerza donde destaca la rectitud de Jubal con ese poso triste que siempre lo acompaña, la bondad de Shep próxima a la simpleza, la sensualidad de Mae encerrada en un vastísimo rancho, el odio y la envidia de Pinky, la ingenuidad de Naomi (Farr) que consigue que Jubal se reconcilie consigo mismo. Sin olvidar el compañerismo y honestidad de los demás peones del rancho.
Con un guion tal vez demasiado atado a la novela de procedencia, la presencia de la caravana de ¿mormones? es bastante prescindible, la realización se esmera como decimos en el análisis de los personajes, por lo demás bien interpretados con un Steiger superior.
Pero también cuida mucho la dirección aspectos como la fotografía, que sabe sacar todo el partido a los magníficos paisajes de los parques naturales de Wyoming, con sus montañas nevadas, praderas, bosques y lagos. Lo mismo la ambientación o el vestuario.
A destacar entre otras escenas, la de los preparativos de los peones el día de paga para marchar a la ciudad cuando el bonachón Sam (Beery Jr.) se coloca sobre el cabello un espeso fijador que "Espanta a los mosquitos y atrae a las mujeres", lo que permite bromear a su amigo Carson (Dieker), "No será que atrae a los mosquitos y espanta a las mujeres". O los amables consejos de Jubal al tosco Shae para ayudarle a conseguir el favor de su propia esposa, entre otros el de no pegarle, que es falso "Que a la mujer le guste que le peguen". O esa escena del final en las caballerizas del rancho, con todo el pueblo expectante en la puerta en un precioso contraluz mirando hacia adentro donde yace herida Mae atendida por el Dr. Grant.
Una buena película con preciosas imágenes, personajes poderosos y donde, en línea con los grandes westerns clásicos, la virtud se impone al vicio. La recomendamos.
Lafuente Estefanía
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