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Voto de Lafuente Estefanía:
3
Western. Bélico. Drama Juan Miranda y John Mallory, un veterano del IRA, se conocen en México y planean trabajar juntos robando bancos. Un día dinamitan una prisión creyendo que era un banco. La explosión libera a los revolucionarios presos, y ambos se convierten en héroes de la revolución. Poco tiempo después, las tropas del gobierno, comandadas por el coronel Gutiérrez, comienzan a seguirles los pasos. (FILMAFFINITY)
22 de diciembre de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera escena, un bandido sucio y descalzo, Juan Miranda (Steiger), mea sobre un hormiguero. ¿Peckimpah? Por delante una larga cita de Mao Tse Tung sobre la violencia en las revoluciones. Sigue luego una diligencia enorme y herméticamente aislada del exterior, en la que viaja con todo lujo una representación de la alta burguesía mejicana que echa pestes del pueblo piojoso mientras engullen hipócritas las mejores viandas. La cámara se centra exclusivamente en los morros de esa gentuza. La "banda" del tal Miranda formada por sus hijos y parientes les ajusta las cuentas y los tira desnudos a la pocilga de los cerdos, quedándose a vivir ellos en su lujosa caravana que deviene pronto en otra pocilga.
Hace entonces su aparición un dinamitero ex revolucionario del IRA, John Mallory (Coburn), que se asocia con Miranda para formar el grupo Juan y John o Johnny y Juanito. Antes el irlandés había volado en dos petardazos la caravana mientras pronunciaba la frase que da título a la cinta: Agáchate, Juanito, digo maldito.
Ya está, pensamos, "Dos hombres y un destino", solo que cambiando a la bella Ross por los desarrapados Miranda. No tardamos mucho en salir del error. Estamos en una de tantas fases de la eterna revolución mejicana y ambos se dirigen a Mesa Verde donde quieren dar el palo. La ciudad es ahora el centro de operaciones de uno de tantos políticos venales antivillistas. Aliados con estos últimos entran por fin en el banco, pero en vez de oro encuentran en su interior un montón de presos políticos que liberan. Moraleja, el verdadero oro es la libertad, cosa que no convence en absoluto a los juanes.
Sigue ahora una serie pésimamente montada de luchas entre revolucionarios y contrarrevolucionarios, con fusilamientos masivos de los malos a los buenos, que permiten al irlandés ir recordando sus antiguas andanzas de las que ahora parece renegar cuando tira al charco sus "Cartas sobre el patriotismo", de Bakunin, el teórico del anarquismo nada menos, mientras el mejicano parece tomar el partido de los "pobres". El dúo de juanes semeja ahora al de "Le llamaban Trinidad".
También anda enredando por allí un médico revolucionario, el Dr. Villegas, que entre conspiración y conspiración saja los abcesos de un paciente y atiende a sus parturientas. A estas alturas uno se pregunta qué pintan aquí Sergio Leone y Ennio Morricone. Como ponerle a un santo dos pistolas.
Reconociendo la buena interpretación de Coburn y de Steiger y la correcta ambientación de la película, el resto es un larguísimo pastiche de difícil digestión para cualquier espectador que no sea forofo de Mao Zedong o de Mijaíl Bakunin. Ni aun para los de Leone.
Lafuente Estefanía
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