Después de un centenar de reseñas no podemos aspirar a decir nada nuevo de este Jinete pálido (Eastwood). Con nuestra calificación expresamos ya la opinión global que nos merece esta magnífica cinta.
Ambientada en una explotación minera, Carbon Canyon, donde un puñado de esforzados trata de extraer oro de las inmediaciones de un río sin otra ayuda que la de sus picos y la suerte, aguas arriba el poderoso Lahood lo hace a manguerazo limpio arrasando la capa superficial y fértil de la tierra, arruinando suelos y bosques con una técnica que ya por entonces estaba prohibida. Pero es que, además de degradar el medio natural, degrada, humilla y veja a sus pobres vecinos para que abandonen sus explotaciones. En fin, lo de costumbre en los poderosos del western.
La novedad aquí llega con las connotaciones religiosas que ambientan la trama. Las lecturas al libro del Apocalipsis, la presencia del predicador pistolero que muestra de paso la hipocresía de aquellas pobres gentes y su doble vara moral de medir. Pero también su dignidad y su rechazo al chantaje del poderoso: "Si nos vendemos ahora, ¿qué precio le pondremos otra vez a nuestra dignidad?"
Como de costumbre destacamos los aspectos médicos de la película. Por ejemplo los establecimientos en la ciudad del "Dentist. Barber shop" (barbero y sacamuelas), o del médico "Dr. Grenwille. Physician". También el caso claro de gigantismo del fortachón Clan o el uso de cianuro como blanqueante. Sin embargo lo más interesante lo encontramos en la curiosa distribución de las cicatrices que muestra en una escena la espalda del Jinete pálido. Solo al final entenderemos su significado, y parte también del argumento, cuando veamos en el tiroteo final que los balazos que recibe el malvado Stopburn están distribuidos exactamente igual que las citadas cicatrices. Simetría balística se llama.