No nos va mucho mezclar con el western la comedia, pues inexorablemente lo acaba ridiculizando. En esta ocasión, además, una figura histórica como Pancho Villa se presenta como un auténtico presumido y caprichoso marrano. Pero también valiente, y más que valiente osado y atrevido. Y hay que serlo para ser el único hispanoamericano de la historia que ha encabezado una invasión a EEUU. El hecho ocurrió el 9 de marzo de 1916 cuando, con unos 600 soldados de la División del Norte, atacaron y ocuparon el pueblo de Columbus (Nuevo Méjico).
Acostumbrados como estamos a contemplar el heroísmo americano en El Álamo y demás luchas que sostuvieron contra los mejicanos, se agradece ver, aunque sea en tono de parodia, a unos mejicanos atrevidos y divertidos que pueden a los torpes e inútiles norteamericanos. Resultan impagables las escenas de las proyecciones cinematográficas (el cine en el cine), o las del automóvil que lleva a Pancho entrando en Columbus, seguido de la caballería, la infantería y, sobre todo, de una banda de música que más parece la Charanga de Panchito. Solo por darnos a conocer estos hechos merece la pena ver la cinta.
Algunos detalles sanitarios hay también, como ese dolor precordial que atenaza a Villa y que, auscultado por el médico, resulta que se debe a un lagarto que se había colado bajo su camiseta. "Cámbiese más a menudo de ropa interior", le recomienda. "Bastante ocupado estoy cambiando gobiernos", le contesta mientras le exige que cumpla su secreto profesional y haga honor la Juramento hipocrático. Un farmacéutico aparece también, pero es tiroteado casi al instante.
Película que no pasa de pasable, pero resulta entretenida y con un final que tiene su originalidad, pese a la tristeza que acompaña a Villa: "¿Que esperabas llevarte? ¿Texas quizás? -Por qué no".