Pensé que nunca iba a llegar el día en que dijera esto, pero ha llegado: acabo de ver la primera película MALA de CLINT EASTWOOD.
Hasta ahora había hecho obras enormes, sublimes, magníficas, estupendas, buenas, regulares y hasta mediocres. Pero malas...jamás.
Y es que no es solo mala, es que es penosa: patética a ratos, estridente otros ratos, aburrida todo el rato.

Es como si el señor Clint, cansado, desinteresado o sabe Dios qué, le hubiera dicho al cuñado de una amiga del primo segundo de la peluquera del hermano del portero de la discoteca a la que va su hija: "Mira, voy a hacer una peli sobre unos mafiosillos de poca monta que cantan, pero casi que la diriges tú, que si eso ya la firmo yo".
Entonces el cuñado de una amiga del primo segundo de la peluquera del hermano del portero de la discoteca a la que va su hija, que no tiene ni pajolera de cine, coge un puñado de actores y "actoras" que no tienen ninguna química entre ellos (y la misma cantidad de carisma), y les pone a cantar con unos gorgoritos que taladran el oído, a bailar, a decirse cosas entre sí y a contarle chascarrillos a la cámara.
En eso que aparece Christopher Walken y le da un poco de vida a la cosa, pero sólo un poco. Porque este señor siempre lo hace todo bien, no por otra cosa.

Después, el cuñado de una amiga del primo segundo de la peluquera del hermano del portero de la discoteca a la que va su hija, les compra a todos unos jerseys horrorosos de feos y les pone a cantar. A cantar y a bailar. Y mientras cantan y bailan con sus jerseys horrorosos, en escenarios "catorros" y "super-molones", se van haciendo "viejunos". Pero como el cuñado de una amiga del primo segundo de la peluquera del hermano del portero de la discoteca a la que va su hija se ha gastado todo el dinero en los jerseys, los coches molones y los filtros de fotografía para dar el aspecto "catorro", no le queda dinero para maquillaje y contrata a una becaria maquilladora de la peluquería de la susodicha peluquera y no sabemos si es que los niños cantores se han hecho "viejunos" o se les está cayendo la piel a tiras. Y a uno de ellos, el más pequeño, el que más chilla, le pone una careta de Frodo Bolson.
Luego va el señor Clint. y firma la película...yo creo que sin haberla visto.

¿Exagero? Ni un poco. No esperéis ver ni un atisbo del cine de Mr. Eastwood. Nada. No hay ritmo, no hay emoción, no hay pasión, no hay drama y sólo un apunte de melodrama barato. No hay escenas inspiradas, ni maestría en el manejo de la cámara. No hay dureza, ni crudeza. No hay narración. No hay grandes interpretaciones, ni crítica, ni entretenimiento, ni diversión, ni inspiración, ni originalidad, ni academicismo. Todo flota en un limbo absurdo a medio camino entre el cliché de cine de barrio de la época y el musical trasnochado.

Es más, hay incluso errores garrafales de escritura visual, dejadez y autocomplacencia.
Apenas apunta nada de lo que cuenta. Lo que interesa es lo que no muestra, y lo que muestra no interesa. Ni siquiera insinúa.
Una película que podía haber firmado cualquiera, porque no hay nada que delate a su autor.

Un aburrimiento sin precedentes.

En definitiva, nunca sabremos si es que realmente el señor Clint le encargó la dirección al susodicho cuñado, o simplemente es que le salió mal.

En cualquier caso, hay que reconocerle el mérito de que para una vez que hace una película mala (que todos los directores tienen derecho a ello), no se anda con medias tintas y la hace horrorosamente mala.

Olé tus gónadas Clint...yo te sigo siendo fiel.