Con mucha curiosidad por las extraordinarias críticas que recibió este largometraje de animación, me animé a verlo. Para empezar, sorprende que se halle absolutamente descatalogado en DVD en España y jamás se ha comercializado el Blu-Ray. Y cuenta en su haber con no pocos premios, considerándose la mayor obra de Miyazaki.

Tras su visionado en dos ocasiones, mi valoración general es que se trata de una buena película, que transmite unos mensajes más sencillos de ver y otros más complicados. Que aporta cosas diferentes a lo que solemos ver en una película de este género. Pero, a mi modo de ver, tampoco me parece la obra maestra que la mayoría considera ver.

A nivel técnico, es inmejorable. Poco o nada tienen que envidiar los animadores japoneses a los americanos, de los que estamos muy acostumbrados. Aquí no recurren a nada del 3D y asistimos a escenarios preciosos y fantásticos, aparte de personajes muy bien definidos. Además, nos encontramos con múltiples seres que pertenecen a mitologías japonesas de espíritus. A la ambientación acompaña también una deliciosa banda sonora.

¿Qué tiene que ofrecernos esta película? Una metáfora de la madurez y los valores humanos. Tener que desenvolverte sin tus padres, luchar contra la soledad y encontrar tu propia identificación, el trabajo, la humildad, la responsabilidad personal, el altruísmo, el amor, no dejar que el pasado te bloquee y no caer en los vicios (avaricia, consumismo, etc). En ocasiones tendremos que afrontar cosas desagradables pero siempre habrá un por qué y una recompensa. Dicho así son puntos muy a favor de esta obra, pero tiene otros que la matizan:

1. La historia se hace muy larga, y eso que el borrador inicial estableció más duración. Dos horas sigue sin ser una cifra adecuada para una cinta de dibujos animados.
2. Su público. Los niños no van a entender ni las 3/4 de lo que dice la película. En todo caso sería recomendada para preadolescentes, niños de 14 años que están apunto de enfrentarse a muchos cambios en su vida.
3. Existen muchas escenas que cuesta entenderlas. Vale que siempre se puede aludir a aquello de "representan lo que tú quieres que sea y en función de eso cada persona puede ver una película distinta". Pero si no tienes en la vena ese lado "gafapasta" (absolutamente respetable) la disfrutarás menos.

Personalmente este tipo de historias las prefiero en películas de imagen real. Tal vez estemos demasiado acostumbrados al cine de animación occidental, más basado en un entretenimiento al 80% con un 20% (en ocasiones menos) de moralina. Pero también debido al desconocimiento de la cultura asiática, puesto que de lo contrario muchas cosas que no se comprenden se percibirían mejor.