2046. 2046 puede ser el título de una película. 2046 también puede ser el título de una novela de ciencia ficción. 2046 es el número de la habitación en la que dos personajes de esta historia se encierran a escribir un libro con mismo nombre. 2046 también podría ser un año célebre para Hong Kong, pues se cumplirían cincuenta años de la promesa de China de un Hong-Kong libre de su gobierno. 2046 tal vez sea el lugar donde uno puede ser feliz. O 2046 podría ser la fecha a la que algunos viajan pero ninguno regresa.

Siendo muchas cosas, 2046 es una película de cine hongkonesa escrita y dirigida por Wong Kar-Wai. Estrenada en el año 2004, es una secuela Days of Being Wild, (1991) y In the mood for love, (2000). Ésta, continúa la vida amorosa que tiene el protagonista, Chow Mo-wan, en la década de los años 60 de Hong Kong.

La película sigue la línea estética de las anteriores, destacando el uso de iluminaciones singulares, el uso de ralentis, encuadres muy estudiados, y movimientos de cámara hiperlentos, planos congelados, y planos detalle. Junto con un ambiente de interior glamouroso y al mismo tiempo decadente.

Esta película habla del amor. El amor real, el amor con el que hay que convivir, el amor que duele, el amor sufrido, cobarde, anhelado, el amor que no es amor por culpa de nosotros mismos, y no de terceros. Un amor alejado de los estándares de final feliz que tanto proyecta Hollywood. Pero es amor, ¿o desamor? El protagonista de esta historia está con múltiples mujeres. Las desea, las disfruta, las hace sentir especiales, las quiere querer y no puede, nunca puede. Tiene miedo porque una vez se enamoró, pero ese amor nunca podrá ser remplazado, nunca volverá a aparecer. Quiere que el amor regrese, quiere volver a sentirlo, quiere tener aquello que nunca fue suyo, lo busca durante toda la cinta, lo busca en 2046, pero no lo encuentra. Y en este ambiente oscuro y poco alentador van pasando una a una las mujeres que intentan arrancarlo de su melancólica soledad. El tiempo vuela, el cuerpo envejece, pero el corazón no olvida la pérdida de ese único y gran amor, porque es lo único que queda, que pase el tiempo, los días, que el tren llegue a su destino final.

2046 no es cine convencional, es cine onírico, hipnótico, en el que cada corte de montaje, cada plano, cada gama de colores, cada movimiento de cámara busca acercarnos al relato. Y la música lo ayuda, ¡vaya si lo ayuda! Los recuerdos amorosos de Chow, armonizan con la melodía principal, compuesta por Shigeru Umebayashi. Por otro lado una de las piezas que más suena en 2046 es el Adagio del dúo noruego Secret Garden, especialmente presente en la travesía del misterioso tren futurista. Por último, la única música diegética de todo el repertorio viene dada por Casta Diva de la ópera Norma, de Vincenzo Bellini, que se oye en las secuencias del Oriental Hotel.

Pero, ¿qué estamos viendo? ¿El pasado? ¿El futuro? ¿Estamos en el presente? ¿Es real lo que vemos o forma parte de 2046? El relato parece confuso, inconcluso, pero nada más lejos de lo que el autor quiere retratar. Varias historias se cuentan en esta película y no se hacen de forma lineal, ni en paralelo, ni a base de fragmentos. No hay cabida en 2046 para la estructura clásica de los tres actos. Las secuencias se desordenan en el tiempo, como los recuerdos que tanto anhela el protagonista. Kar-wai muestra, insinúa, ofrece pistas al espectador para que se oriente dentro del film, pero no dicta. Él solo invita al público a realizar un ejercicio narrativo, a ordenar los episodios estableciendo su propia estructura.