Media votos
6,5
Votos
8.550
Críticas
88
Listas
0
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
-
Compartir su perfil
Voto de McCunninghum:
1
6,1
25.056
Fantástico. Drama. Intriga
Basada en la novela "Desde mi cielo" de Alice Sebold. Susie Salmon, una niña de catorce años que muere asesinada, observa desde el cielo cómo cambia la vida de su familia y de sus amigos tras la terrible tragedia. Mientras un detective intenta resolver el caso, el asesino borra todas las pistas y se prepara para volver a actuar. (FILMAFFINITY)
1 de abril de 2010
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
La filmografía de Peter Jackson se ha caracterizado, ya desde sus orígenes, por un devaneo continuo entre los géneros, ir y venir entre el gore y la comedia de sus primeras piezas clásicas de la Generación VHS como Mal gusto (87) o Tu madre se ha comido a mi perro (92), paso del drama fantasioso a la épica fantástica entre Criaturas celestiales (94) y la trilogía de El Señor de los anillos (01-04), o mero palimpsesto friki, King Kong (05), sin poseer en ningún caso algo así como una impronta o una firma. La obra de Jackson se mueve como pez en el agua en el magma indiferente de la industria, es la despersonalización encarnada.
Su nueva película The lovely bones, basada en el best-seller de ficción de Alice Sebold Desde mi cielo, es en este sentido un paradigma de la obra y la (no) idiosincrasia de Jackson. Ambientada en 1973, la época de Nixon, el LSD y los asesinos en serie, la historia que se nos narra es la del asesinato de una niña de nombre Salmon (Susie Q, interpretada por Saoirse Ronan) a manos de un conspicuo asesino de lolitas, Mr. Harvey (Stanley Tucci). Lo que caracteriza la narración es que es la propia víctima quien nos la cuenta: es la voz en off de una muerta de 14 años, como una joven Silvia Plath de ultratumba, la que hace las veces de voz omnisciente, y nos abre y nos cierra el relato. La historia que la niña muerta nos cuenta es primeramente un pavoroso cuento de hadas sobre una familia feliz y una joven que quiere que la den su primer beso. Pero, de repente, la película da un saltito y se convierte en un thriller sobre un psicópata al que le gustan las jovencitas, y que acaba con la protagonista. Esto no es un spoiler, pues es algo anunciado desde el comienzo en las marquesinas de los autobuses. Principio de inverosimilitud que funcionaba como truco en El sexto sentido (99) de M. Night Shyamalan o en Donnie Darko (01) de R. Kelly, o como presencia alegórica en Sin Fin (85) de Kieslowski o en El cielo sobre Berlin (87) de Wenders, aquí el que los muertos hablen es el pretexto para una difusión formal y narrativa que no obtiene cauce en todo el metraje. Así, el vaivén nos lleva de la comedia de princesas al terror teen y de ahí al cielo desde donde nos habla la pequeña y difunta niña Salmon: entonces el movimiento browniano de las imágenes nos enloquece, pasamos de un anuncio de agua mineral Lanjarón a otro de Endesa o Iberdrola, con extensos valles reverdecidos y un cielo claro y lapislázuli, de una escena Ausonia nos trasladamos a un escenario DKNY en un pequeño planeta como el de “El principito”, todo ello es el cielo en el que habita la niña Susi Q, desde donde observa a su familia (sus padres, interpretados por Mark Wahlberg y Rachel Weisz, su abuela, una beoda Susan Sarandon) y a su propio asesino.
Su nueva película The lovely bones, basada en el best-seller de ficción de Alice Sebold Desde mi cielo, es en este sentido un paradigma de la obra y la (no) idiosincrasia de Jackson. Ambientada en 1973, la época de Nixon, el LSD y los asesinos en serie, la historia que se nos narra es la del asesinato de una niña de nombre Salmon (Susie Q, interpretada por Saoirse Ronan) a manos de un conspicuo asesino de lolitas, Mr. Harvey (Stanley Tucci). Lo que caracteriza la narración es que es la propia víctima quien nos la cuenta: es la voz en off de una muerta de 14 años, como una joven Silvia Plath de ultratumba, la que hace las veces de voz omnisciente, y nos abre y nos cierra el relato. La historia que la niña muerta nos cuenta es primeramente un pavoroso cuento de hadas sobre una familia feliz y una joven que quiere que la den su primer beso. Pero, de repente, la película da un saltito y se convierte en un thriller sobre un psicópata al que le gustan las jovencitas, y que acaba con la protagonista. Esto no es un spoiler, pues es algo anunciado desde el comienzo en las marquesinas de los autobuses. Principio de inverosimilitud que funcionaba como truco en El sexto sentido (99) de M. Night Shyamalan o en Donnie Darko (01) de R. Kelly, o como presencia alegórica en Sin Fin (85) de Kieslowski o en El cielo sobre Berlin (87) de Wenders, aquí el que los muertos hablen es el pretexto para una difusión formal y narrativa que no obtiene cauce en todo el metraje. Así, el vaivén nos lleva de la comedia de princesas al terror teen y de ahí al cielo desde donde nos habla la pequeña y difunta niña Salmon: entonces el movimiento browniano de las imágenes nos enloquece, pasamos de un anuncio de agua mineral Lanjarón a otro de Endesa o Iberdrola, con extensos valles reverdecidos y un cielo claro y lapislázuli, de una escena Ausonia nos trasladamos a un escenario DKNY en un pequeño planeta como el de “El principito”, todo ello es el cielo en el que habita la niña Susi Q, desde donde observa a su familia (sus padres, interpretados por Mark Wahlberg y Rachel Weisz, su abuela, una beoda Susan Sarandon) y a su propio asesino.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Toda esta paranoia visual que Jackson desata asemeja el film, menos al Zodiac (07) de Fincher (con el que guarda relación en la época, en la historia de un asesinato no solucionado) que a la ominosa La fuente de la vida (06) de Aronofsky, con la que comparte una estética publicitaria y un buenismo New Age más allá de la vida. Pues, finalmente, la niña muerta acaba por desearnos “una larga y feliz vida”, después de irse a su cielo de niñas muertas y asesinadas, todas diciendo lo precioso y bonito que es, en un último anuncio (ya, al final y por ende, vergonzosamente acompañado de la versión de Song to the siren de This Mortal Coil, sobre un tema de Cocteau Twins que ellos mismos recogían del grandísimo y desconocido Tim Buckley, padre de Jeff): “¡Muérase! ¡El cielo es maravilloso!”, parecen publicitar. En el marasmo de este imaginario celeste, el filme pierde el norte y el sinsentido de un Michel Gondry sin manos ni artesanía queda como una postal naif, un holograma dentro de un bollycao. Film-anuncio por el que uno se pasea como por un supermercado, el mismo en el que en The lovely bones se anuncia la saga de El señor de los anillos de Tolkien, donde los dos niños se darían el primer beso. Film-anuncio que no desentonará, en absoluto, con los segmentos publicitarios que Antena 3 o La Sexta le endosarán cuando compren los derechos.
En el número de Cahiers du Cinema.España de diciembre (nº29), Ignasi Guardans, director general del ICAA, declara que quiere “que se haga más cine para niños”. Es de suponer que Jackson (y también su amigo Guillermo del Toro) sea uno de sus directores predilectos. Su último proyecto, junto con Spielberg, es rodar las aventuras de Tintin. Del Toro, por su lado, está con “El hobbit”, de Tolkien, que el propio Jackson le ha cedido. Sabemos lo que nos espera: que nos traten como niños.
En el número de Cahiers du Cinema.España de diciembre (nº29), Ignasi Guardans, director general del ICAA, declara que quiere “que se haga más cine para niños”. Es de suponer que Jackson (y también su amigo Guillermo del Toro) sea uno de sus directores predilectos. Su último proyecto, junto con Spielberg, es rodar las aventuras de Tintin. Del Toro, por su lado, está con “El hobbit”, de Tolkien, que el propio Jackson le ha cedido. Sabemos lo que nos espera: que nos traten como niños.