Si eres de los que huyen despavoridos cuando una película rezuma almíbar por los cuatro costados, huye. Bien lejos además. Porque en este film no encontrarás otra cosa. Mucho azúcar, mucho romance, mucho amor y muchas tonterías. De esto es de lo que más hay en la película, tonterías. No hay mucho más. Es como si el director pensara que el guión no era muy allá (en eso tiene razón) y decidiera trufar su película con caídas, golpes y demás impactos físicos. Eso por no hablar de los diálogos que son como poco risibles. Y la trama es de coña: sólo diré que se mezcla una boda, Roma, una fuente, monedas, un hechizo y rayos. Así. Textual. De esta forma decir que la película está plagada de tonterías creo que es quedarme corto. Pero, a pesar de esto, no es una película tan mala que dé vergüenza ajena. Resulta simpática y a ratos agradable, contra todo pronóstico y esto se debe sin duda al reparto. Kristen Bell y Josh Duhamel caen bien a pesar de ser la pareja más dispar en cuanto a centímetros que uno pueda imaginar (o precisamente por ello) y los secundarios son de lujo: Danny DeVito, Anjelica Huston, Don Johnson, Dax Shepard y, sobre todo, Jon Heder.
En fin que es muy románticona y muy tonta (no sé si es que el director es así o piensa que somos así los espectadores -si es así, no le falta razón-), pero cae bien. .