Últimamente, ante la falta de originalidad y de ideas frescas que asola Hollywood, se ha optado por coger a figuras importantes o legendarias de épocas pasadas y hacer relecturas más o menos conspirativas sobre su vida y obra. Ya le pasó a William Shakespeare en “Shakespeare In Love” o en “Anonymous”, “Miguel y William”, “Descubriendo nunca jamás” de J.M Barrie; “El secreto de los hermanos Grimm” o “Quills” y ahora le toca el turno a Edgar Allan Poe de la mano de James McTeigue.
Conseguir una trama criminal creíble tomando como base los textos de Poe y a partir de ahí realizar una película típica de serial killer es una magnífica empresa. Y muy difícil. Tan difícil que no se consigue. La trama es un poco liosa y, cuando llega el final, nos tememos que absurda. Por el afán de intentar sorprender al espectador con el desenlace, este se hace inverosímil. Los descubrimientos detectivescos parecen forzados y arbitrarios. La teoría de la muerte de Allan Poe es previsible y, a la vez, increíble. Quiere sembrar dudas sobre el triste final del poeta, expone de una forma alternativa más romántica y heroica, menos prosaica y lamentable la muerte de Poe. La explicación que ofrece es muy predecible, lamentablemente. Parece que una muerte causada por el alcoholismo no tiene suficiente glamour. Por otro lado, la ambientación sí está conseguida y, en muchos momentos, recuerda a otras películas realizadas en torno la figura de Jack el destripador como “Desde el infierno”. Las interpretaciones tampoco son muy allá, por desgracia. A mi admirado John Cusack, que cada vez se parece más a Nicolas Cage, no se le nota cómodo interpretando al insigne escritor de Baltimore (aunque nacido en Boston), parece que la responsabilidad le puede y está más histriónico que de costumbre y mira que es buen actor; Luke Evans da el pego como inspector (hay que ver lo que se parece a Orlando Bloom) aunque se pasa demasiado tiempo poniendo cara de intenso y a Brendan Gleeson se le da poco tiempo.
Hablando de otras cosas, a la hora de traducir los títulos a veces metemos la pata hasta el corvejón. Debería haber sido “El enigma de El cuervo” porque es una obra, no “del cuervo” que no tiene ningún sentido. Es lo mismo que “Antes que anochezca”, no hombre, no. Cuidemos un poco el lenguaje y un poquitín de interés.