El director Julian Schnabel intenta traernos una particular biopic sobre el gran pintor post impresionista Vincent Van Gogh pero lo logra a medias. Si bien la película no está mal, por momentos se torna muy lenta y cansa tanto paseo por el campo buscando que pintar. Se me hicieron demasiado largas esas secuencias y se tornan repetitivas. Y el guion resulta demasiado plano y ausente de hechos históricamente memorables en la vida del pintor. Por otra parte, Schnabel logra una destacada fotografía que puede percibirse en los juegos de colores y de tomas que constantemente transmite en su producción.
El punto más fuerte del film es por amplio margen la sublime interpretación de Willem Dafoe (muy merecida su nominación al Oscar). El actor británico se luce en este papel ya que sumado a su gran parecido físico con Van Gogh, logra encarnar con excelencia la pasión y la perturbación del prestigioso pintor. Su destacada interpretación eleva a un guion demasiado plano y ausente de hechos históricamente memorables en la vida del pintor, y rescata a un film que de no ser por él hubiese quedado en la intrascendencia absoluta.