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Voto de Francisco Javier Millan:
4
Drama Una joven universitaria que trabaja como doble en escenas de acción de series de televisión y películas se ve constantemente expuesta a situaciones muy peligrosas. A primera vista podría parecer que se trata de una persona que se siente atraída por el peligro pero, en realidad, se trata de una forma de sublimar la horrible sensación de culpa que le causa el sentirse responsable del trágico destino de su pareja. Su profesor de ... [+]
25 de julio de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay nada más romántico que alguien que te quiere, te escriba una carta o una postal manuscrita. Una práctica que, con el auge de las nuevas tecnologías, parece estar condenada a la desaparición. Mensajerías instantáneas, video chats, … son solo algunas de las herramientas disponibles en la actualidad para poder mantener viva la llama del amor en el caso de que tu ser querido esté a varios kilómetros de distancia.
En el cine películas como “La carta final” (1987), con unos estupendos Anthony Hopkins y Anne Bancroft, mostraban ese lado clásico de la relación epistolar, capaz de atravesar incluso un océano entero. Giuseppe Tornatore hace lo propio con este tema en su nueva propuesta, presentando a un profesor y a una alumna enamorados hasta el extremo, traspasando incluso su relación más allá de los límites de la muerte.
La idea sobre papel es excelente. Sus intenciones iniciales abren un campo muy sugerente a aquellos espectadores que se quieran abrazar a este tipo de historias. Tornatore tiene unas piezas extraordinarias en este juego amoroso: una pareja de actores sobresaliente, especialmente Olga Kurylenko, unos paisajes y entornos que supuran ensoñación, y una constante sensación de estar ante una relación de esas que están escritas en las estrellas.
El director de “Cinema Paradiso” no pasa de una mera propuesta. El film se queda sin oxigeno demasiado pronto, resultando agotador en su alargadísimo tercer acto. Tornatore, más que un realizador cinematográfico capaz de conmover, se adentra en todos estos sentimientos con una frialdad pasmosa; más que un creador, parece un científico intentando desvelar los mecanismos secretos del amor.
La película deja de brillar demasiado pronto. La estrella que la guía, nunca mejor dicho, se apaga en un batiburrillo donde hay cabida para elementos metafísicos, intriga inverosímil, traumas familiares e incluso escenas de acción. Precisamente esto último, intentando dotar de profundidad al personaje de la joven alumna, el director traza un sinfín de elementos accesorios convertidos directamente en lastre para un ritmo lánguido y desesperante.
No hay nada peor que los minutos pasen y pasen y que la acción de conmover no logre ni por asomo arañar tus sentimientos más profundos. Durante su visionado casi me llegué a plantear que “Cinema Paradiso” fue fruto de la pura casualidad.
Y es que hasta el maestro Ennio Morricone está agotado mentalmente, completamente soterrado en unas escenas que son simplemente una postal vacía de la región del Piamonte en Italia. Una oportunidad lamentablemente perdida, que parece salida de una versión 2.0 de las novelas de Jazmín.
Francisco Javier Millan
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