Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Francisco Javier Millan:
7
Drama. Intriga. Comedia Abe Lucas, un profesor de filosofía en plena crisis existencial, llega a una nueva universidad. Allí se relaciona con dos mujeres: Rita Richards, una solitaria profesora que busca que la rescate de su infeliz matrimonio; y Jill Pollard, su mejor estudiante y muy pronto su amiga. Aunque Jill está enamorada de su novio, encuentra irresistible la personalidad atormentada de Abe. (FILMAFFINITY)
7 de octubre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La propuesta de este año de Woody Allen es simplemente un pasatiempo. Un film repleto de las constantes habituales de su cine, pero marcado con esa línea negra, iniciada en “Match Point” y “El puente de Cassandra”.
Si en un principio uno cabe esperar un drama sólido sobre un profesor deprimido, y las relaciones que mantiene con las mujeres que le rodea, la historia termina convirtiéndose en un divertimento bastante relajado, con la presencia de un crimen de por medio.
El director mantiene la línea filosófica, construyendo un atrayente personaje masculino y, en contrapartida, dejando desdibujada la figura de su compañera; un mero acompañamiento interpretado por una Emma Stone, acorde con las exigencias (algo bajas) del guión.
Un encuentro casual provocará una cadena de acontecimientos, en los que se especulará sobre la idea de quitar del medio a ciertos individuos, con el fin de mejorar la situación de los demás.
Esta película parte sin duda del ambiente que vivimos en nuestra sociedad actual, en la que ciertas personas, se mueven en busca de objetivos no muy claros (principalmente económicos y de poder), tirando por tierra a muchas personas que les rodean.
Y sin justificar ni de lejos el asesinato, no es de extrañar que los mismos se incrementen, tanto en la vida real como en la ficción.
La frase “el fin justifica los medios” se queda patente en la motivación de este profesor, cuya vida empieza a cambiar a mejor, desde el momento en que toma la decisión drástica de cargarse a un juez supuestamente corrupto.
Joaquín Phoenix entra en esa galería de criminales (como fue el caso de Jonathan Rhys Meyers), con los que no solo simpatizas, sino más bien empatizas y hasta apruebas.
Más de uno sonreirá de la misma manera que el protagonista, cuando hace lo que hace. Y es que la sociedad nos ha empujado inexorablemente, a tener estos instintos a flor de piel. Y más ahora.
El que no lo quiera reconocer, es porque quizás, le hayan ido demasiado bien las cosas. Allen simplemente ha puesto en imágenes los deseos de muchos.
Francisco Javier Millan
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow