¿Con o sin spoilers? ¿quién no la ha visto ya?? Vale, digamos que lo que crea la atmósfera, y desde luego la temática, del primer éxito -que no ópera prima- de M. Night Shyamalan está presente desde la mirada perdida, hueca, ofuscada, clavada de un escuálido Donnie Wahlberg en Willis al enfrentarse juntos a sus correspondientes destinos, desencadenando, a partir de ahí, el matiz sieso de somnolencia expresiva en un muy abotargado (justificadamente) protagonista adulto tras pasar por un episodio irreversible del que tomará conciencia progresivamente a medida que al espectador se le vaya inflando la corbata imaginaria del pescuezo con sus criadillas. Sólo entonces sabrá lo que está experimentando Haley Joel Osment durante todo el metraje.
Al otro lado de la bombilla, Toni Collette y Olivia Williams se baten en un particular duelo a distancia, sin coincidir en pantalla, de dolor contenido que en una se traduce ocasionalmente en histeria y la otra mantiene convenientemente apagado, aparentando la indiferencia que la mantiene emocionalmente estable.
Se supone que esto iba del miedo infantil, ¿no? Yo la vi casi en la veintena, y ahora entrado en la cuarentena. Y sigue provocándome más miedo imaginar que la manita de Mischa Barton me coge del pie que nada de lo que posteriormente ha salido de Shyamalan.
Y no será porque no lo ha intentado.
Un clásico ineludible.