¡Me declaro culpable! He esperado a 2020 para descubrir la que pudo haber sido una de mis sorpresas más gratas (e inesperadas) de la temporada que acaba de cerrarse.
Y podría no haber sido así de no haberme dejado contagiar por el recelo infundado de las mofas que, antes de su estreno, y pese a no haber alcanzado Isabela Moner ('Sicario: El día del soldado) la mayoría de edad, bromeaban mezquinamente a costa de la presunta sexualización de la exploradora adolescente creada por Chris Gifford, Valerie Walsh Valdes y Erik Weiner para el canal Nickelodeon; adoptando el aspecto de una actriz de 17 años que, por otro lado, es capaz de dotar a la protagonista de una ficción infantil de más carisma que el que Angelina Jolie o Alicia Vikander le insuflaron a la heroína de videojuego Lara Croft, y sabiendo perfectamente dónde se mete al bordar el matiz histriónico (y autoparódico) que requiere un personaje de dibujos animados. La fotografía colorista y tropical de Javier Aguirresarobe también contribuye a no olvidar que estamos ante la adaptación de un show para niños.
Como es de prever 'Dora y la ciudad perdida' (2019, James Bobin) se sitúa a una distancia infinita de las tres primeras aventuras de cierto arqueólogo, pero jamás presentí que alcanzaría este grado de calidad, propio de un notable pasatiempo juvenil, y a un nivel muy superior que el de otros productos con intenciones parejas y dirigidos al mismo público: los olvidados (y olvidables) viajes al centro de la tierra con Brendan Fraser y Dwayne Johnson o la inclasificable 'El mundo de los perdidos' (2009, Brad Silberling).
'Dora y la ciudad perdida' (2018, James Bobin) no es una película para niños. Es una magnífica película para niños. De 8 a 38 años.