Allá por 1969, un tal Arnold Strong -ejem, o así iba a rebautizarse- no debía tener claro si todo ese asunto del cine le gustaba: un acento que consideraban tan fuerte como él, la dificultad para memorizar su nombre y un cuerpo de Mister Olympia en ciernes al que no resultaba especialmente fácil dar personajes que pudiesen encajarle (como la ropa, vamos). Eso y la inexperiencia añadida que aportan sus lozanísimos 22 años dan pie a no tener comienzos especialmente prometedores.... repito, hablo del cine, no de la disciplina deportiva en la que cimentó su leyenda como atleta.
Aunque al menos 'Hércules en Nueva York' (1969, Arthur Allan Seidelman) le valió al joven roble austríaco para meter el pie y guardar en un bolsillo el divertido registro de gigantón inexperto e impresionable alejado de su pecera -o del monte Olimpo- visitando la civilización, y que aprovecharía para (volver a) demostrar su valía como cómico 20 años después.
A Arnie le ponen como sidekick a otro Arnold que abulta la mitad que su cuerpo (literalmente), el cómico Arnold Stang, adelantándose a Danny DeVito, y Deborah Loomis hace de interés sentimental del semidios.
John Candy aparece 4 segundos -clavados- en un plano subjetivo de los puños de "Arnold Strong" amenazándole cuando trata de escaparse del barco en el que "ha aterrizado".
Si la consideramos una spoof movie le haríamos un favor, aunque imagino que Arnold prefiere pensar que no existe bajo ninguna etiqueta genérica:
"Es una película barata de la que siempre me burlo porque, en realidad, es ridícula y además yo también hago el ridículo. Había un chico disfrazado de oso, yo sólo era un tonto musculoso y peleaba con él en una lucha ridícula”.
Algunos debutan haciendo porno; otros con una comedia cutre y estrafalaria. Cada icono ochentero hizo lo que pudo.