Desde que nos muestra al principio la vida en la comunidad, el trabajo que realizan, la paciencia y mesura en los diálogos y acciones, cómo cultivan la tierra, atienden a los enfermos, vemos que esta gente está rodeada de cierto halo de " santidad" pero no por el hábito que llevan sino porque son hombres de fé y cumplen con su misión. Por un momento cuando el director se detiene bastante en las prácticas de rezos, oraciones y celebraciones de las misas pensé que iba a ser monótona, pero a partir de un punto tomó una relevancia y una emocionalidad que me llevó casi hasta el llanto en la escena donde comparten el vino en la mesa y con música de Tchaikowsky la cámara se detiene en cada rostro donde el silencio habla por sí solo.
Es amarga pero al mismo tiempo dulce. Es esperanzador saber que existió y existe gente así. No entiendo como la dan en tan pocos cines, aquí se estrenó hace 1 semana sólamente y vale la pena verla en pantalla grande. Fotografía impecable. Me encantó la referencia al estoicismo de alguno de los miembros de la comunidad.