Los hechos fueron reales y el cine es cine. El realizador, en este caso Spielberg resalta como pocos lo más hondo de los buenos sentimientos de los seres humanos y lo traslada a la historia, impregnándola de una atmósfera querible y cálida. Un espía que es artista, pinta y tiene códigos no diciendo una sola palabra sobre su país. Un abogado que busca la forma de conciliar y negociar pero no por hacerlo sino para que más personas se vean beneficiadas. Si en el mundo hubieran más personas así cuán más sencilla seria la vida por estos días. Impecable épica de los días que sucedieron en la Alemania dividida en dos, tal vez no con la crudeza de la lista de Schindler, pero la fotografía de las peliculas de Spielberg son postales. Nuestro héroe cansado, resfriado y muerto de frío pudo realizar su tarea sin gimotear con su esposa e hijos que vivían una cómoda vida americana. Me gustó el final, en que se queda dormido en la cama boca abajo luego de una dura jornada luego de haber realizado un trabajo, salvando las distancias me recordó al Tio Ethan de John Ford.