Una sorpresa bastante grande. Cuando la vi por primera vez no dejó en mi gran poso, pero ahora, después de mucho tiempo (y mucha pereza por volver a verla), he encontrado en ella su punto. Lejos de la sosa anterior primera parte, Sam Raimi se olvida ya un poco de hacer una adaptación al servicio del espectador comiquero y acaba haciendo una película para divertirse, que curiosamente ha acabado siendo más fiel que el resto.

Pero lo que hace de la película la mejor de Spider-Man hasta la fecha es su sentido del humor. Spider-Man 2 es una comedia con tintes de acción, en la que el verdadero protagonista es Peter Parker y no el superhéroe como tal. Todo entra dentro de una estructura demasiado obvia, pero es tan genialmente divertida que da un poco igual.

El Doctor Octopus es de los mejores villanos que podían usarse para esta película. Un villano sin más, sin demasiada conexión con la vida de Peter Parker que no transforme la película en algo demasiado épico. Por una vez, se agradece que se olviden un poco de la épica y se centren en ese citado sentido del humor. La película acaba siendo menos trascendente por ello, pero queda en ti una simpatía y un buen recuerdo que ninguna otra ha alcanzado.

Así que Sam Raimi dio en la clave, antes de volver a confundirse en la siguiente película. La crisis de identidad la tenemos aquí, y no lo que vemos en Spider-Man 3.