No tiene evidentemente la sorpresa de la primera parte, pero a una película que ya tiene como título una declaración de intenciones no se le puede pedir un gran cambio. Sharknado 2 sigue siendo eficaz porque la absurdez es tan enorme que bien se puede tirar con la misma fórmula un par de películas más.

Y he de decir, con la boca pequeña, que quedé sorprendido con los niveles de producción, dentro de lo televisivo, que arroja esta secuela a la pantalla. Mejor que la original por momentos, no la supera por no tener el efecto sorpresa, pero desde luego es una muy digna sucesora. Sharknado es tan absurda que tira la máxima de que segundas partes nunca fueron buenas.