Es mala, de hecho es muy mala, pero no puedo negar que me lo pasé bien y a veces hasta sentí tensión. Es una película con demasiadas cosas malas pero que de alguna manera engancha. Puede que te ponga nervioso el modo que tiene Dominic Burns de mostrar las escenas de la forma más mareante que imagines, pero en U.F.O. hay un extraño entretenimiento que no está a la bajeza de la cinta.

No es de esas películas tan malas que hasta te lo pasas bien. Hay ciertas escenas de un nivel superior a lo que cabe esperar en una producción así, e incluso hay un par de sorpresas, pero no podemos obviar que el apartado técnico, visual y argumental es una patraña como pocas.

El principio ya te invita a aparcar el cerebro un rato. Para colmo, ese especie de homenaje a Resacón en Las Vegas dura mucho más que unos simples títulos de crédito, así que puedes perderte los primeros veinte minutos de la película e incorporarte cuando la cosa se líe. Es más, así consigues que no te caigan tan mal todos los protagonistas.

Lo de que se lía es un decir, porque hay un apocalipsis moderado en el que sólo vemos como se pelean los unos con los otros y se gritan entre ellos. Una cosa es que metas la invasión alienígena como algo contextual y otra muy diferente que a los actores parezca importarles bien poco que están ante sus últimos momentos de vida. La primera vez que ves la nave aparecer es decente, pero luego la cosa torna a una película setentera entrerrazada con Skyline. Se les acabaría el presupuesto en la primera aparición.

Y que alguien me explique si era necesario un papel casi paródico de Van Damme.