Con alma de telefilm y género cambiante. Efectos Secundarios es una película que si llega a caer en manos de otro director y otros actores hubiera sido un completo desastre. Lo que empieza siendo una película que parece que se va a meter por derroteros psicológicos con la depresión como principal tema, acaba girando hacia el thriller farmacéutico con juicios de por medio para despedirse como una película de intriga donde uno no tiene claro quién es el malo y donde las sorpresas se van sucediendo. Ese batiburrillo de géneros es por un lado su punto a favor pero también su propia condena.

Efectos Secundarios es demasiado pesada en muchas ocasiones. Su metraje de más de hora y media puede llegar a parecer de siete horas (a mí me lo pareció), a pesar de que Soderbergh podría haber sido incluso más cruel con el espectador y haberle dado más de esa vena psicológica que mencionaba. Rooney Maya hace muy bien su papel, y no se la ve tan perdida como en otras películas. Jude Law también está a la altura, aunque éste es más regular.

Una película sin género, sin protagonista principal y sin una estructura común que la convierte en una película interesante, pero demasiado lenta en mi caso.