Película dividida en dos grandes partes claramente diferenciadas y de igual intensidad aunque con distinto enfoque. Eastwood consigue sensibilizar al espectador de una manera tremebunda y aplastante en una película tan cruel como sensible. Los puñetazos y combates iniciales dan paso a escenas cargadas de emotividad y sensibilidad. La viveza de la protagonista en los primeros compases contrastan con su apagamiento en la segunda parte del film y así una serie de contrastes entre ambas partes que parecen formar dos películas distintas.
Film que cuenta con unos protagonistas muy densos, Maggie ve a Frankie como su padre, el cual la rechaza en un primer momento pero que acaba adoptando ese rol considerándola como una hija y haciendo que se agarre a su máxima de “protégete en todo momento”. Sera el propio Frank quien dedique su vida a esa protección tras sentirse culpable por los acontecimientos.
El personaje de Frank es muy humano y entra en continuas contradicciones lógicas, desde no reconocer sus propios errores y culpar a otros como su actitud conservadora ante la vida, vida que por otra parte verá reflejada en su aprendiz.
Los personajes secundarios despertarán en el espectador sentimientos de simpatía, odio o repulsa, dejando de ser unos meros figurantes y aportando más emotividad a la que ya de por sí acarrea la línea argumental principal de la película.
Eastwood es un gran director, consigue trasmitir justo lo que desea de forma muy efectiva pero aún así la película está un tanto sobrevalorada y deberíamos preguntarnos si este drama hubiera tenido la misma repercusión si en esta misma película figurara en los títulos de crédito otro nombre como director, sin restarle mérito al señor Eastwood.