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Ciencia ficción. Terror
Wheelsy es un pueblo soñoliento de Estados Unidos, pintoresco y tranquilo. Sus simpáticos habitantes no meten las narices donde no les llaman. Pero por debajo de este bonito barniz se esconde algo sin nombre, malévolo, y ese algo crece. Nadie parece darse cuenta de que cada vez hay más avisos de animales de compañía perdidos ni que Grant Grant, uno de los ciudadanos más prósperos del pueblo, empieza a comportarse de un modo muy raro. ... [+]
15 de mayo de 2006
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El neófito director James Gunn, autor del libreto de "Amanecer de los muertos" y de los dos segmentos del "Scooby Doo" cinematográfico, cobra su verdadera esncia como guionista de varios productos de la factoria La Troma, la legendaria (por decir algo...) productora de películas de terror de serie Z.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
"Slither: La plaga" no tiene desde luego, altura alguna: es un producto de serie Z, aunque no esté producido por los rijosos de La Troma, y su guión es como una novelita barata de saldo: mateorito que llega a la Tierra, se introduce en un maduro que tiene por esposa a la buenorra del pueblo, a la que dobla la edad; el talludito empieza a mutar y, de paso a zamparse a cualquier cosa con vísceras, y a cultivar en otro cuerpo humano la cosecha del siglo de babosas, a su vez también alienígenas. Los protagonistas, claro está, tendrán que luchar contra tanto bicho repugnante, a ser posible sin morir en el intento. Entre los personajes principales está lo mejor: el sheriff, enamorado de la bella esposa del mutante, escindido entre su sentido del deber y las ganas de darle un revolcón a su amada; ésta, que le hace ascos al madurete cuando está todavía de buen ver, pero que después, hecho ya un adefesio, concibe por él un amor que colinda con la zoofilia, por no citar otras variantes más oscuras de las artes amatorias; el alcalde, el típico policastro abyecto, quien durante toda su vida le ha comido, metafóricamente, los higadillos a sus conciudadanos, para terminar haciédolo literalmente... En fín, una pasada, que puede gozarse si se toma como lo que es, un divertimento en clave delirante, hora y media de humor y menudillos, por supuesto, su visión queda prohibida a los estómagos sensibles o con cierta tendencia al vómito. el que avisa no es traidor...