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Voto de Azucena Sanchez:
10
Drama En 1915, Camille Claudel (Juliette Binoche) es internada por su familia en un asilo de enfermos mentales al sur de Francia. Ya no volverá a esculpir, pero espera siempre la visita de su hermano, el escritor Paul Claudel. Fue rodada en un manicomio, donde Binoche actuó rodeada de auténticos pacientes con problemas mentales. (FILMAFFINITY)
15 de diciembre de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué me gustó de esta película además de la genial interpretación de Juliette Binoche, una mujer que no necesita ni hablar cuando actúa? Basta ese silencio milagrosamente representado por ella, con esa expresión corporal y facial para adentrarnos a lo más profundo de las emociones del genio, del artista incomprendido, al drama de una mujer condenada en un mundo en el que el arte y la libertad de pensamiento, contrarian lo convencional.

Me encantó que me llevó al convencimiento de que la locura y la cordura no son sino el triste monólogo que da sentido al turbio camino de la humanidad; que me condujo corroborar que sus márgenes dependen de lo que determinen aquellos que dominan el orden y el pensamiento.

En este film se visualiza a la artista sentada frente a un árbol como no hay dos, ni artista ni árbol, ni simbiosis tal como la de esos dos preciosos seres atrapados vivos en la eternidad, tras la cual se asoman sombras, no sé si sean nubes silenciosas o ráfagas de oscuridad, lo cierto es que son una extensión mutua en la metáfora de la entidad que extiende sus brazos al cielo buscando no morir, al tiempo que dirige sus raíces a un subsuelo inerte, a una banca lóbrega, sin futuro, en donde yacen una dignidad y una búsqueda de libertad mutilada.

Inesperadamente la polaridad salta a la vista y con ella la otra cara de la moneda. El verdadero loco allá afuera, cavilando estiércol, disfrutando de la libertad, excretando ideas de misericordia y consideración pero jamás justicia ni reconocimiento por la valía de una otredad que se asoma grandiosa, sumisa, temerosa, retraída, enojada, henchida, salvaje por momentos, pero en otros instantes sometida, marcando la pauta de lo que debe ser, de lo que debería no ser y de quien debería quedar de por vida emparedada en los pasillos que escupen mediocridad y sepultan sueños…sepultada en una fosa ¿común?, común a quienes pierden su identidad, a quienes son olvidados…temiendo al aullido de la búsqueda de la libertad, de la mujer creadora, la mujer capaz de trascender con su arte, con su mente libre.

Me gustó el asomo valiente con el que visibiliza la existencia de la cultura de la segregación y aniquilamiento brutal de lo diferente; el encarcelamiento de las ideas, de la creatividad, de la imaginación; la posibilidad transformadora de la humanidad bajo la tutela de la mediocridad.

¡La relatividad de la locura! ¡La siniestra relatividad de lo normal!

Por: María Azucena Sánchez Aburto
Administradora de la Comunidad Virtual CINE-INCLUSIÓN Y DIVERSIDAD
https://www.facebook.com/groups/cineinclusion/
Azucena Sanchez
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