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Voto de Cinemagavia:
9
Cine negro. Thriller Ambientada en la posguerra japonesa tras la II Guerra Mundial (1939-1945). Con la estructura del thriller americano y los convencionalismos japoneses, narra la historia de un joven detective al que roban su pistola. Agobiado por un sentimiento de deshonor más que de pérdida, emprende con un veterano compañero una frenética e incansable búsqueda que les lleva a los bajos fondos de Tokio. (FILMAFFINITY)
24 de abril de 2019
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El poder visual de los encuadres

Una ola de calor se ha instalado en Tokio durante el verano. La imagen se repite en cualquier lugar de la ciudad nipona. En el tranvía, en las oficinas, en los hogares, en la calle. Abanicos ventilando, ventiladores refrescando o paños secando la frente son gestos no verbales que enfatizan el clima temporal en el que se encuentran los protagonistas. El cine usa sus propios códigos para que una historia sea narrada con veracidad. Y esto lo hace muy bien Kurosawa.

El poder visual de los encuadres que selecciona el realizador nipón genera una gran tensión en la pantalla. Las escenas de persecuciones son innovadoras para la época. El perro rabioso muestra con autenticidad las consecuencias de un país derrotado en el frente, y que ahora sale adelante con la política de la cartilla de racionamiento. Aunque siempre existen personas que se aprovechan de la inocencia y la desesperación.

Primer strike

Detrás de los crímenes que se cometen con el arma robada, hay una causa de obsesión y deseo. Se llama Harumi, una joven bailarina de cabaret que consigue vestidos preciosos que no le corresponden, gracias a los crímenes que comete su admirador Yusa. Honda, un traficante de armas, es detenido por Sato y Murakami mientras presenciaba un partido de béisbol, su gran afición. Con este primer ‘strike‘ consiguen dar con la pista que faltaba del perro rabioso.

El Colt de Murakami

Samuel Colt inventó en el siglo XIX un modelo funcional de revólver que cambiaría la industria de las armas para siempre. Su apellido ha permanecido en el tiempo para dar nombre a las armas de fuego más utilizadas en todo el mundo. Como la que porta un agente policial en el Japón de la década de los cuarenta. Un instrumento que será vendido en el mercado negro y convertido después en el medio para perpetrar ciertos crímenes. Siete son las balas que contiene el Colt de Murakami cuando desaparece de su bolsillo. La cifra es un detalle importante de cara a desarmar al perro rabioso mientras se sigue su rastro. Una forma inteligente de crear tensión en el espectador hasta el momento del clímax.

El legado de Kurosawa

Solo un número reducido de realizadores son considerados maestros del cine. Uno de ellos es, sin duda, Akira Kurosawa. El japonés trabajó incansablemente hasta su muerte, recreando historias y sueños con los que enamoró al público más cinéfilo. Pese a ser de origen oriental, Kurosawa reconocía que su mayor influencia procedía de la literatura occidental: Shakespeare, Tolstoi o Dostoievski. En El perro rabioso se inspira en las novelas policiacas de George Simenon para construir una obra culmen del cine negro.

Crea una nueva perspectiva dentro del género, donde desaparecen los clásicos arquetipos de investigador de crímenes. Con más luces que sombras, los personajes dan una tonalidad diferente a la fotografía del film. Su estilo queda patente en el séptimo arte, siendo una fuente inagotable para el cine en Occidente. El legado de Kurosawa es alargado, sobre todo en el género western en Hollywood a partir de sus samuráis.

Buddy cop, un subgénero policíaco

Con El perro rabioso crea un nuevo concepto dentro del género noir, contribución que sigue vigente. Porque son numerosos los títulos americanos que tomaron esta película como referencia a lo largo de décadas. En los ochenta, Nick Nolte y Eddie Murphy en Límite: 48 horas. O Mel Gibson y Danny Glover en la saga Arma Letal. En los noventa, Will Smith y Martin Lawrence en Dos policías rebeldes. O los más recientes, Mathew McConaughey y Woody Harrelson en True Detective. Son ejemplos de una larga lista de dúos policiales que protagonizan historias de investigación criminal. Coprotagonistas que en un principio difieren en gustos y formas de trabajar. Pero que los conflictos que vayan superando les hará complementarse a la perfección. Un subgénero policíaco denominado ‘buddy cop’ (en su traducción, colegas polis).

Una pareja fetiche

Toshiro Mifune ya había trabajado con Akira Kurosawa en El ángel ebrio (1948), su anterior película. Un idilio que se prolongaría durante dos décadas, hasta su distanciamiento profesional tras Barbarroja (1965). Se trata de un actor vehemente en sus gestos, poco común en los actores japoneses. En esta ocasión interpreta al joven Murakami, uno de sus papeles menos reconocidos.

Por el contrario, Takashi Shimura ya era un actor consagrado en el momento de su estreno en la industria del cine japonés. Sato, que ejerce de ‘poli’ sabio, es el papel que confirma su destreza. Además de coincidir con Mifune en El ángel ebrio, participó en el debut cinematográfico de Kurosawa, La leyenda del gran judo (1943). Establecería también una estrecha relación profesional, siendo el actor que más veces ha trabajado con el maestro. Por eso, Mifune y Shimura conforman una pareja fetiche en la trayectoria de Kurosawa.

Conclusiones

El maestro Kurosawa se pronunciaba sobre El perro rabioso sin mucho entusiasmo durante años. No obstante, en sus memorias acabó reconociendo el valioso trabajo que supuso esta película. Visualmente menos ‘noir’ a como acostumbra el género, esta película desprende una luz muy cálida. Ahora, cerca de cumplirse el centenario del nacimiento del ‘sensei’ del cine, su filmografía cobra mucha más trascendencia. Esta película demuestra que, detrás de historias entrañables como esta, hay grandes genios que conocer.

Escrito por Carlos Vera Tordera
https://cinemagavia.es/el-perro-rabioso-pelicula-critica/
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