Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Cinemagavia:
9
Comedia. Romance. Drama C.C. Baxter (Jack Lemmon) es un modesto pero ambicioso empleado de una compañía de seguros de Manhattan. Está soltero y vive solo en un discreto apartamento que presta ocasionalmente a sus superiores para sus citas amorosas. Tiene la esperanza de que estos favores le sirvan para mejorar su posición en la empresa. Pero la situación cambia cuando se enamora de una ascensorista (Shirley MacLaine) que resulta ser la amante de uno de los ... [+]
11 de abril de 2019
Sé el primero en valorar esta crítica
Las miserias de un hombre común

En primer término se nos describe como es la vida de Buddy (Jack Lemmon). Su día a día es el de cualquier trabajador medio de la época, es decir, salir y fichar a la misma hora, llegar cansado a casa, ver la tele… Sin embargo una salvedad complica su rutinaria existencia: cede su apartamento (a cualquier hora) a sus superiores para que lleven allí a sus ligues, con considerable merma de su descanso y bienestar. Sin embargo, la perspectiva de un ascenso como dádiva compensatoria por su “sacrificio” hace que Buddy trague de una forma lacayuna.

Relaciones sentimentales, relaciones laborales

Toda la película orbita en torno a diversos tipos de relaciones personales. Por un lado está el interés platónico, desinteresado y algo ingenuo de Jack Lemmon por Shirley MacLaine (ascensorista que trabaja en su oficina); por otro lado está la relación de ésta con el señor Sheldrake (Fred MacMurray), que tiene tiene un sesgo deshonesto al tratarse de un adulterio. Finalmente tendríamos todas las relaciones, igualmente adúlteras, del resto de jefes. El triángulo que forman Lemmon, Maclaine y MacMurray esta viciado además por ser éste último jefe de ambos. Se establece así una relación laboral/sentimental de dominación donde el vértice más débil es Jack Lemmon, aunque quien más sufre es Shirley MacLaine. Todo este entramado confluye en El Apartamento.

Fuera maniqueísmos

Una virtud de El Apartamento es que sus personajes no cumplen la división canónica entre víctimas inocentes y malvados explotadores. Sencillamente porque todos los personajes tienen defectos. Es lógica la lástima que podemos sentir por Jack Lemmon, ante el abuso intolerable de sus jefes, pero visto de cerca resulta que se comporta como un alfeñique arribista al que le hacen los ojos chiribitas cuando le mencionan un ascenso (que finalmente consigue) a costa de su dignidad y de la chica que le gusta.

Por su parte Shirley MacLaine al hablar de sus relaciones pasadas nos cuenta que su anterior pareja fue el director de un banco. Como ahora se ha enamorado de un alto ejecutivo, Billy Wilder deja caer que ella tiende a enamorarse de gente poderosa o importante y no de un pobre currito como Lemmon. Esta mordacidad a la hora de dibujar a los personajes, aparte de humanizarlos, nos sirve para que la mirada satírica de Wilder sea más corrosiva.

Benditos secundarios

Toda buena historia debe contar con unos personajes secundarios a la altura. En El Apartamento se nota un particular esmero en este sentido. Es memorable el personaje del Doctor Dreyfuss, vecino y voz de la conciencia de Jack Lemmon, capaz de sacarle de algún apuro y de aconsejarle sabiamente. No menos llamativa es la mujer del doctor, personaje de carácter cuyos biliosos comentarios aportan una agradecida vis cómica. Todos los jefes de Lemmon, que usurpan su apartamento, tienen una moral nefasta pero se nos presentan como unos gamberretes de vodevil, seguramente para resaltar su patetismo.

La comedia y el drama

El Apartamento tiene muchos elementos de ambigüedad estilística. ¿Esta cerca más cerca de ser un drama o una comedia? Sin duda participa de ambos géneros. Los diálogos ingeniosos y algunas situaciones y personajes delirantes son propios de la comedia, los golpes bajos que reciben los protagonistas y alguna de sus drásticas decisiones apuntan al drama. Otra virtud de El Apartamento es que en cuestión de unos pocos minutos puede ser cómica, entrañable, trágica y emocionante. Todo está debidamente contrapesado para que no haya ningún sector cargante, de modo que nos podemos montar en una montaña rusa emocional que está en perfecto equilibrio.

Contra la sumisión
La parte mollar del guion de Wilder y Diamond es la evolución de los personajes de Jack Lemmon y Shirley MacLaine. Ambos deberán romper con sus respectivos moldes e irse transformando en algo distinto. El tendrá que buscar el coraje para ser responsable de sus propios actos y no poner a la venta sus anhelos, y ella reconocer qué tipo de relación es más honesta y verdadera. Es decir, ambos tendrán que dejar atrás sus sumisiones laborales y afectivas y atreverse a ser libres. Wilder, de algún modo, da espacio para la redención. En El Apartamento, este viaje se lleva a cabo sin afectación, de forma intimista, con una puesta en escena sencilla y un cierto estilo teatral (casi toda es en interiores).

Conclusión

El Apartamento es perfecta mezcla de drama y comedia que, merced a un guion prodigioso, sirve de reflexión sobre las relaciones personales en el plano íntimo y sobre las relaciones sociolaborales en un plano más amplio. Sus protagonistas buscan la felicidad y la dignidad mientras bregan con la parte más amoral de la sociedad americana de principios de los sesenta.

Escrito por Mariano González
https://cinemagavia.es/el-apartamento-pelicula-critica/
Cinemagavia
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow