*Un trasfondo muy político

Bernardo Bertolucci, utiliza como pretexto para iniciar Soñadores las manifestaciones que se dieron contra la expulsión de Langlois de la Cinemathèque francesa. Incluso consigue la recreación por parte del actor de la Nouvelle Vague Jean-Pierre Léaud de algunas escenas míticas. Sin embargo, estas protestas no son más que la anticipación de algo mucho más grande, y que permanecerá como telón de fondo a lo largo de toda la historia: los sucesos de mayo del 68, durante los cuales los estudiantes se echaron a la calle para protestar contra el capitalismo y la sociedad del consumo.

Las referencias constantes al maoísmo y al libro rojo o las discrepancias entre el norteamericano (Matthew) y el francés (Théo) acerca de temas como la guerra de Vietnam o el uso de la violencia con fines políticos nos recuerdan que estamos ante una película de Bernardo Bertolucci. Es más, incluso podemos ver reflejado en los dos hermanos este dilema constante que el director ha tenido a lo largo de su vida entre su ideología marxista y su condición burguesa. Lo que no cabe duda es que Bertolucci ha querido de alguna forma con este film enarbolar la fuerza renovadora de la juventud de aquellos años.

*Más que cuerpos bellos

Cuando hablamos de Bertolucci también hablamos de sexualidad y de erotismo. Y esta es la forma en la que los jóvenes protagonistas hacen la revolución, desmantelando prejuicios y haciendo saltar por los aires tabús como el del incesto o la homosexualidad. Una homosexualidad pretendida por la relación, que nunca llega a consumarse pero se deja entrever, entre Théo y Matthew, y un incesto algo más lúcido entre Théo e Isabelle.

No cabe duda de que Soñadores siempre ha estado rodeada de polémica por esta relación entre hermanos, y en general, por su gran número de escenas sexuales. No obstante, los personajes resultan ser mucho más que esto. Hay celos, miedo a la adultez…

*Cinefilia

Soñadores es, sobre todo, un homenaje al cine. Los protagonistas son “adictos” al séptimo arte hasta el punto de mezclar realidad y ficción. Así, el personaje interpretado por Eva Green llegará a decir que sus primeras palabras al nacer fueron “¡New York Herald Tribune!”, imitando a Jean Seaberg en Al final de la escapada.

Isabel y Théo juegan a recrear y adivinar, con castigos un tanto perversos si no se consigue, escenas de películas. Pero este juego se vuelve peligroso cuando se deja de ser consciente de que el cine es ficción. Es divertido cruzar el Louvre corriendo como en Bande à part, no tanto el intentar suicidarse al estilo de Mouchette.

Y es en este mismo juego de la idealización del cine en el que puede que muchos caigamos viendo Soñadores. Admirando a Théo, Isabelle y Matthew. Su caos, su comida quemada, su falta de capacidad para valerse por sí mismos.

*Conclusión

En definitiva, podemos decir que Soñadores no es una de las mejores películas de Bernardo Bertolucci pero sí aquella que te hará desear vivir el sueño adolescente.

Escrito por Paula Jiménez Parejo