Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Cinemagavia:
8
Bélico. Drama La guerra no acaba cuando se firma la paz. Cuando Alemania se rindió en 1945, en la costa occidental danesa comenzó otra dura batalla: la de los jóvenes soldados alemanes que fueron obligados a retirar miles de minas plantadas en la arena por el ejército nazi. Zandvliet muestra el maltrato infligido a esos prisioneros, un oscuro episodio de posguerra poco conocido. (FILMAFFINITY)
1 de marzo de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puntuación: 8,5

¿Película bélica o película antibelicista?

En esta cinta danesa, dirigida por Martin Zandvliet, y protagonizada por unos actores alemanes completamente desconocidos, se da visibilidad a un aspecto de la contienda mundial no muy conocido, en la que los caballerosos aliados no muestran precisamente su aspecto más honorable.

Esta película denuncia esta vergüenza histórica en un ejercicio de sobriedad, belleza y tensión garantizada, mostrando la sinrazón de la guerra, que hace que los unos (Alemania) minen una zona para aniquilar a los otros (Aliados) y, cosas que pasan, luego sean los otros (Dinamarca, del bando de los Aliados) los que tengan que desminar utilizando como carne de cañón barata, prescindible y renovable, a los críos imberbes del ejército de los unos, responsables del minado de la playa.

Martin Zandvliet ilumina un pasaje oscuro de la historia danesa, con una maestría y una lección de serenidad que le valió una nominación al Premio Óscar como Mejor Película de Habla No Inglesa y numerosos galardones de prestigiosos festivales de cine.

Con elementos simples, arena, unas minas, unas explosiones en las que afortunadamente no vemos demasiado, el terror y la agonía reflejados en los rostros de unos aterrados soldados, el llanto y los gritos de los heridos, el odio de un sargento, la camaradería e ilusiones de los chicos, y además, por si fuera poco, un perro y una niña que corretean por una playa minada, se va conformando un ambiente tenso y agónico, que muy bien pudiera ser el que realmente se vivió en ese desafortunado y mortífero momento de la historia de la Segunda Guerra Mundial.

El que mandaba pisar la arena

El sargento Carl Ramussen (Rolland Moller) es el antagonista por excelencia, que todo escritor que se precie, desearía plasmar en sus libros. Rezuma odio hacia el grupo de prisioneros que tiene bajo su mando, los desprecia y le da absolutamente igual si viven o mueren, si quedan mutilados o tienen hambre. Para él, son un instrumento prescindible, fácilmente reemplazable, solo útil para la misión que se requiere de ellos. Su objetivo es terminar la misión y cerrar capítulo, como todos.

Es odioso, despiadado y cruel… pero, como buen soldado que es, no es insensible a la camaradería, la disciplina y… la muerte inútil. Es el sargento que ningún recluta querría tener en la instrucción, pero que en un conflicto armado, seguramente más de uno agradecería estar bajo sus órdenes.

Bajo la arena

Sin embargo, a pesar de todo su resentimiento y los demonios interiores que arrastra de la guerra, día a día, viendo el sacrificio y el compañerismo de los muchachos, que bajo sus órdenes trabajan sin rechistar, y que no dudan en poner en peligro su vida para salvar al compañero, algo va cambiando en su interior.

Los que pisaban la arena

En contraste al sargento danés, nos encontramos a los prisioneros alemanes, (interpretados por actores alemanes también, que no conocían la historia que estaban interpretando, y no sabían quién de ellos y en qué momento iba a morir en la ficción), que son jóvenes, que pese a lo que han pasado y están pasando, tienen ilusiones, sueños y proyectos, son chicos normales que cuando acabe la guerra quieren ser albañiles, mecánicos, y seguir adelante con una vida secuestrada por la guerra.

A estos chicos, automáticamente se les coge cariño, se les adopta, se sufre con ellos, se muere con ellos. Ya no son los malvados alemanes enemigos de los Aliados, los archipoderosos héroes buenos, son solamente unos niños-hombres, que se ven obligados a realizar un trabajo que nadie quiere, afrontando unos peligros que van mucho más allá de todo riesgo razonable.

Con la carga de culpa de la guerra que llevan sobre sus espaldas, arrostran todos los peligros que entraña el desminado, desarrollando un sentimiento de hermandad, influido sin duda por compartir día a día su vida con la muerte que acecha bajo sus pies. A su guardián, pese al maltrato que les inflige, poco a poco le irán viendo con otros ojos.

La arena

Con relación a la arena… es la protagonista silenciosa de esta cinta. Unas playas infinitas, blancas, maravillosas, que deberían estar ocupadas por sombrillas, niños jugando, chicas tomando el sol, se convierten en unas asesinas sin rostro, en unas telarañas que el odio ha tejido, como una paciente araña en su seno, esperando que las inocentes víctimas caigan en sus redes… o pisen las espoletas de las minas.

Conclusión

100 minutos de agónica tensión, con un argumento, que, aunque predecible, nos hace estar pegados a la pantalla. En una vuelta de tuerca consigue que, desde el minuto cero, uno se encariñe e idolatre a unos soldados de un ejército siempre denostado.

Sin embargo, esa predictibilidad de la que adolece, por la que anticipamos hipotéticos peligros y muertes, añade más angustia si cabe, a una película no apta para cardíacos, y, que viene a demostrar, que la sombra de la guerra es alargada, que nadie es tan bueno como parece y que, a veces, los malos malísimos… son los mejores amigos.

Bajo la arena: toda una lección de historia, un ejemplo de superación, responsabilidad, resignación y perdón, que no dejará indiferente a nadie. Recuérdala cada vez que pises la arena en la playa…

Escrito por Luz Nogués
https://cinemagavia.es/bajo-la-arena-pelicula-critica/
Cinemagavia
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow