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Voto de davilochi:
10
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Documental
Al margen de los grandes acontecimientos que narran los filmes precedentes ocurren también otros fenómenos originales, a veces efímeros, incompletos, que recoge la tercera parte. Numerosos sectores de la población y en particular las capas populares que apoyan a Allende organizan y ponen en marcha una serie de acciones colectivas: almacenes comunitarios, cordones industriales, comités campesinos, etc., con la intención de neutralizar el ... [+]
31 de marzo de 2011
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
El conocimiento del final por parte del espectador ejerce un poderoso influjo sobre las imágenes y testimonios del documental, de hecho contribuye a acentuar ese tono trágico que veníamos destacando e incluso cierto sentimiento de nostalgia por lo que pudo ser y no fue. Creo que esto se hace particularmente notable en esas movilizaciones previas a las elecciones parlamentarias de marzo de 1973, cuando la mayor parte de los entrevistados, a pesar de su filiación política, apuestan por la vía democrática y electoral, lo cual se ve acentuado en el momento en que se produce el adelanto de la victoria de la democracia cristiana y el Partido Nacional sobre la Unidad Popular, cuando uno de los entrevistados afirma en mitad de la euforia que “¡Lo único que queremos es que Chile sea siempre libre!”. No hay que irse al 11 de septiembre de 1973 para ver el vuelco que estas convicciones democráticas van a experimentar. Esa misma noche, cuando se conocen los resultados electorales definitivos y la oposición comete la irresponsabilidad política de poner en cuestión de forma infundada los resultados de las elecciones se producirán episodios de marcada violencia a lo largo de toda la noche.
Nada puede restar vida a unos testimonios que son la Historia misma aprehendida en esos rollos de película virgen que el cineasta francés Chris Marker regaló a Patricio Guzmán en su visita a Chile para que pudiera hacer su documental. Estos testimonios son el recuerdo imperecedero de la lucha de un pueblo sin armas que creyó que la suya era una lucha justa y que sabía que era por el futuro de sus hijos, como afirman al final de La insurrección de la burguesía dos partidarios de Allende. De hecho, si vamos a lo puramente sentimental, en un ejercicio de historia contrafáctica uno espera de un momento a otro que se produzca un cambio, que las cosas ocurran de un modo diferente a como fueron, lo cual ya de por sí nos da una idea de la viveza inherente a estos testimonios.
De la tercera parte, "Poder popular", destacaría el tratamiento de un elemento clave en la movilización de los partidarios de la Unidad Popular: los cordones industriales. Estas grandes agrupaciones de empresas se encargaban de apoyar a cualquier empresa bajo su jurisdicción que pudiera tener problemas con la patronal, es decir, se configura como un instrumento de organización y coordinación de las actividades productivas pero, al mismo tiempo, también como grupo de presión política. Podría decirse que estamos ante una revolución desde abajo en toda regla, justamente por ello el gobierno observa con temor un fenómeno que podría dar lugar a una estructura de poder paralela a la suya propia sobre la que no tendría ningún poder efectivo.
Nada puede restar vida a unos testimonios que son la Historia misma aprehendida en esos rollos de película virgen que el cineasta francés Chris Marker regaló a Patricio Guzmán en su visita a Chile para que pudiera hacer su documental. Estos testimonios son el recuerdo imperecedero de la lucha de un pueblo sin armas que creyó que la suya era una lucha justa y que sabía que era por el futuro de sus hijos, como afirman al final de La insurrección de la burguesía dos partidarios de Allende. De hecho, si vamos a lo puramente sentimental, en un ejercicio de historia contrafáctica uno espera de un momento a otro que se produzca un cambio, que las cosas ocurran de un modo diferente a como fueron, lo cual ya de por sí nos da una idea de la viveza inherente a estos testimonios.
De la tercera parte, "Poder popular", destacaría el tratamiento de un elemento clave en la movilización de los partidarios de la Unidad Popular: los cordones industriales. Estas grandes agrupaciones de empresas se encargaban de apoyar a cualquier empresa bajo su jurisdicción que pudiera tener problemas con la patronal, es decir, se configura como un instrumento de organización y coordinación de las actividades productivas pero, al mismo tiempo, también como grupo de presión política. Podría decirse que estamos ante una revolución desde abajo en toda regla, justamente por ello el gobierno observa con temor un fenómeno que podría dar lugar a una estructura de poder paralela a la suya propia sobre la que no tendría ningún poder efectivo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Dentro de los propios cordones industriales nos encontraríamos con los comandos comunales, una correa de transmisión entre los trabajadores de las empresas autogestionadas y los estudiantes, amas de casa y agricultores; su objetivo sería coordinar las políticas económicas y la seguridad, por ejemplo se ocupan tierras mal explotadas mediante las llamadas alianzas de clase entre obreros y campesino. En este punto se muestra el conflicto larvado entre esta revolución desde abajo, partidaria de la reforma directa y el gobierno, que habría aprobado una Ley de Reforma Agraria que se encontraría con interminables trámites burocráticos y procesos judiciales que eternizarían su puesta en práctica. Esta contradicción entre las clases populares y sus dirigentes políticos en el gobierno lleva al planteamiento por parte de los primeros de la imposibilidad de que Allende pueda seguir adelante por la vía de lo legal, por tanto se pide al gobierno que tome la iniciativa.
Precisamente aquí radica el carácter revolucionario de un Patricio Guzmán que se convertirá de pleno derecho en el E.P. Thompson o el George Rudé del cine al dar voz a esas masas sorprendentemente conscientes de la singularidad de los acontecimientos que viven: ya no es un grupo selecto de intelectuales o la élite protagonista la que tiene voz en este documental, sino el pueblo. Al darle esa posibilidad de expresarse y difundir su voz internacionalmente, a pesar de que ya por entonces se hallase constreñido bajo el yugo de una dictadura implacable, es cuando el director hace posible la sentencia de Allende y, al mismo tiempo, asesta un duro golpe a esos militares que habían dado al traste con el sueño emancipador de buena parte del pueblo chileno.
Gracias al trabajo genial de un hombre que siempre supo estar en el lugar y en el momento adecuados podemos reconstruir la secuencia de los hechos acontecidos en aquel trágico año 73 a través de la voz del pueblo chileno, de la singularidad de cada uno de sus miembros. Todo esto convierte a La batalla de Chile en un documento histórico excepcional – casi diría que de valor incalculable – al alcance de todo el mundo, porque su excepcionalidad radica en poner por delante de la narración de una simple secuencia de hechos históricos donde intervienen instituciones y líderes políticos o militares a lo que realmente importa: los seres humanos. Aquí radica no solamente el carácter único de la cinta, sino que además lo convierte en el más hermoso homenaje póstumo que podía llevarse a cabo en recuerdo del sueño frustrado del pueblo chileno y de Salvador Allende.
Precisamente aquí radica el carácter revolucionario de un Patricio Guzmán que se convertirá de pleno derecho en el E.P. Thompson o el George Rudé del cine al dar voz a esas masas sorprendentemente conscientes de la singularidad de los acontecimientos que viven: ya no es un grupo selecto de intelectuales o la élite protagonista la que tiene voz en este documental, sino el pueblo. Al darle esa posibilidad de expresarse y difundir su voz internacionalmente, a pesar de que ya por entonces se hallase constreñido bajo el yugo de una dictadura implacable, es cuando el director hace posible la sentencia de Allende y, al mismo tiempo, asesta un duro golpe a esos militares que habían dado al traste con el sueño emancipador de buena parte del pueblo chileno.
Gracias al trabajo genial de un hombre que siempre supo estar en el lugar y en el momento adecuados podemos reconstruir la secuencia de los hechos acontecidos en aquel trágico año 73 a través de la voz del pueblo chileno, de la singularidad de cada uno de sus miembros. Todo esto convierte a La batalla de Chile en un documento histórico excepcional – casi diría que de valor incalculable – al alcance de todo el mundo, porque su excepcionalidad radica en poner por delante de la narración de una simple secuencia de hechos históricos donde intervienen instituciones y líderes políticos o militares a lo que realmente importa: los seres humanos. Aquí radica no solamente el carácter único de la cinta, sino que además lo convierte en el más hermoso homenaje póstumo que podía llevarse a cabo en recuerdo del sueño frustrado del pueblo chileno y de Salvador Allende.