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Animación
Relato animado, de carácter estrictamente visual, sobre la historia checa desde 1948 hasta la "revolución de terciopelo" de 1989. (FILMAFFINITY)
9 de abril de 2011
47 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una genialidad extraordinaria de Jan Svankmajer, artista y director de cine nacido en Praga.
El director empieza en tono provocador advirtiendo de que estamos ante un trabajo de agitprop, lo cual es significativo en tanto que esta corriente artística surgió en la Unión Soviética completamente subordinada a los intereses del Partido Comunista. Su fin no sería otro que el uso del arte y la literatura (realismo socialista) como medios para el adoctrinamiento y movilización de las masas en pos de unos determinados objetivos. Lo que Savankmajer hace aquí es un ejercicio de relativismo contra los mitos de la política y la historia para tratar de desnudar la esencia del régimen socialista que se instauró en Checoslovaquia en 1948 e intentar poner alerta a la opinión pública frente a las situaciones indeseables que podría desencadenar la reciente Revolución de Terciopelo (1989). Para ello se sirve de su conocida maestría con la técnica del stop-motion.
Tras el colapso de un edificio dinamitado desde sus cimientos nos queda constancia de que tanto el hombre como lo creado por el hombre acaba dejando a lo sumo un inmenso rastro polvoriento, metáfora del desmantelamiento del comunismo en Europa del este, cuyo polvo ha sido respirado largo tiempo después del año 89 en muchos países. Al son de un conocido tema del Coro del Ejército Rojo nos aparece un mural con el rostro de Stalin en posición central acompañado por la mítica en que la Segunda Guerra Mundial llegó a su fin en el Viejo Continente: el 9 de mayo de 1945 (o 9.5 visto en clave). El georgiano fue percibido en buena parte de Europa como el gran artífice de esta gloriosa victoria frente al fascismo. A continuación se suceden imágenes de la liberación en la que los soviéticos, liderados por el general Koniev (que aparece con la pechera cargada de medallas) son recibidos con flores. Como colofón aparece una fotografía del atractivo Julius Fucik, mártir de la resistencia comunista checoslovaca que se oponía a la ocupación alemana convertido en mito del Partido Comunista Checoslovaco. Durante su estancia en la cárcel previa a su ejecución a manos de los alemanes dejó una famosa obra escrita en papel de fumar ("Notas desde la horca") donde apostaba por un futuro mejor bajo el comunismo. De ahí que bajo su nombre se pueda leer "Lide Bdete", algo así como "Os observa", traducido al castellano. Éste fue elevado al altar de la patria, convertido en símbolo y ejemplo de abnegación y entrega a la causa, algo similar a lo que Franco hiciera con José Antonio aquí en España.
El director empieza en tono provocador advirtiendo de que estamos ante un trabajo de agitprop, lo cual es significativo en tanto que esta corriente artística surgió en la Unión Soviética completamente subordinada a los intereses del Partido Comunista. Su fin no sería otro que el uso del arte y la literatura (realismo socialista) como medios para el adoctrinamiento y movilización de las masas en pos de unos determinados objetivos. Lo que Savankmajer hace aquí es un ejercicio de relativismo contra los mitos de la política y la historia para tratar de desnudar la esencia del régimen socialista que se instauró en Checoslovaquia en 1948 e intentar poner alerta a la opinión pública frente a las situaciones indeseables que podría desencadenar la reciente Revolución de Terciopelo (1989). Para ello se sirve de su conocida maestría con la técnica del stop-motion.
Tras el colapso de un edificio dinamitado desde sus cimientos nos queda constancia de que tanto el hombre como lo creado por el hombre acaba dejando a lo sumo un inmenso rastro polvoriento, metáfora del desmantelamiento del comunismo en Europa del este, cuyo polvo ha sido respirado largo tiempo después del año 89 en muchos países. Al son de un conocido tema del Coro del Ejército Rojo nos aparece un mural con el rostro de Stalin en posición central acompañado por la mítica en que la Segunda Guerra Mundial llegó a su fin en el Viejo Continente: el 9 de mayo de 1945 (o 9.5 visto en clave). El georgiano fue percibido en buena parte de Europa como el gran artífice de esta gloriosa victoria frente al fascismo. A continuación se suceden imágenes de la liberación en la que los soviéticos, liderados por el general Koniev (que aparece con la pechera cargada de medallas) son recibidos con flores. Como colofón aparece una fotografía del atractivo Julius Fucik, mártir de la resistencia comunista checoslovaca que se oponía a la ocupación alemana convertido en mito del Partido Comunista Checoslovaco. Durante su estancia en la cárcel previa a su ejecución a manos de los alemanes dejó una famosa obra escrita en papel de fumar ("Notas desde la horca") donde apostaba por un futuro mejor bajo el comunismo. De ahí que bajo su nombre se pueda leer "Lide Bdete", algo así como "Os observa", traducido al castellano. Éste fue elevado al altar de la patria, convertido en símbolo y ejemplo de abnegación y entrega a la causa, algo similar a lo que Franco hiciera con José Antonio aquí en España.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Así pues nos encontramos con un cirujano diseccionando un busto de Stalin, del cual saca un busto más pequeño de Klement Gottwald - primer presidente de la Checoslovaquia comunistsa - unido por un cordón umbilical al del georgiano. Nada más clarificador para destacar que fue la fotocopia de Stalin en el país centroeuropeo, una figura política que desencadenó unas tremendas purgas políticas que acabarían llevando al país a uno de sus periodos más negros en lo político al instalar un clima de paranoia política insoportable (llegados aquí recomiendo la fantástica película de Costa Gavras "La confesión"). Curiosamente, este monstruo nacido - bañado de sangre, por cierto - de los sueños de la razón de Stalin murió nueve días después de éste, seguramente de pena. En cualquier caso éste se alzó con el poder en el "glorioso UNOR de 1948", lo que no fue más que un golpe de estado llevado a cabo en el mes de febrero de dicho año. Y es justo a partir de ese momento que comienza la construcción del nuevo hombre socialista, hecho de granito (como afirma en "Ucho" el intérprete del presidente Novotny) y concienzudamente elaborado por el Partido y el Estado en base a un único molde.
Todo esto requerirá enormes sacrificios, de ahí el papel omnipresente de la horca que cumple el papel aleccionador de llevar a cabo ciertos ajusticiamientos - que no asesinatos - selectivos que enseñen a las masas y a las élites intelectuales y políticas a ocupar el lugar que les corresponde: la subordinación al Comité Central del Partido y a las directrices marcadas por éste. Fue un trabajo digno del propio Stalin el que hizo posible que durante cuarenta años una sociedad avanzada en lo político, lo social y lo económico quedara subordinada a un Estado totalitario que asfixió todo atisbo de libertad.
Y entonces, tras un breve interín de Jruschev - cuya fotografía es arrugada por el proceso histórico por inservible - llegó ese sucedáneo de Stalin llamado Brezhnev (véase el bigote de pega) - siempre desde la perspectiva de Svankmajer - que hizo imposible que la Primavera de Praga, aquel sueño de dar lugar al socialismo con rostro humano, pudiera acabar de florecer al enviar los tanques del Pacto de Varsovia contra Checoslovaquia el 21 de agosto (SRPEN) de 1968 (de ahí la metáfora del rodillo). La muerte se lo acabaría llevando, como a todos. Con él llegaría al poder en Praga Novotny, quien dio pan y cerveza (ahí quedan las Pilsner Urquell que han hecho a la República Checa mundialmente famosa) a los checoslovacos, primando la industria del consumo sobre otras, creando la ficción de la estabilidad basado en el bienestar material.
Hacia el final vemos varios planos donde enormes juegos de llaves cubren la pantalla, símbolo de la gran cárcel en que fue convertida Checoslovaquia, un auténtico Estado policial que dejó un enorme legado de muerte y tortura y al que muchos sobrevivieron cambiando la bandera roja por la tricolor.
Todo esto requerirá enormes sacrificios, de ahí el papel omnipresente de la horca que cumple el papel aleccionador de llevar a cabo ciertos ajusticiamientos - que no asesinatos - selectivos que enseñen a las masas y a las élites intelectuales y políticas a ocupar el lugar que les corresponde: la subordinación al Comité Central del Partido y a las directrices marcadas por éste. Fue un trabajo digno del propio Stalin el que hizo posible que durante cuarenta años una sociedad avanzada en lo político, lo social y lo económico quedara subordinada a un Estado totalitario que asfixió todo atisbo de libertad.
Y entonces, tras un breve interín de Jruschev - cuya fotografía es arrugada por el proceso histórico por inservible - llegó ese sucedáneo de Stalin llamado Brezhnev (véase el bigote de pega) - siempre desde la perspectiva de Svankmajer - que hizo imposible que la Primavera de Praga, aquel sueño de dar lugar al socialismo con rostro humano, pudiera acabar de florecer al enviar los tanques del Pacto de Varsovia contra Checoslovaquia el 21 de agosto (SRPEN) de 1968 (de ahí la metáfora del rodillo). La muerte se lo acabaría llevando, como a todos. Con él llegaría al poder en Praga Novotny, quien dio pan y cerveza (ahí quedan las Pilsner Urquell que han hecho a la República Checa mundialmente famosa) a los checoslovacos, primando la industria del consumo sobre otras, creando la ficción de la estabilidad basado en el bienestar material.
Hacia el final vemos varios planos donde enormes juegos de llaves cubren la pantalla, símbolo de la gran cárcel en que fue convertida Checoslovaquia, un auténtico Estado policial que dejó un enorme legado de muerte y tortura y al que muchos sobrevivieron cambiando la bandera roja por la tricolor.