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España España · Barcelona
Voto de Ulher:
10
Drama Nina (Natalie Portman), una brillante bailarina que forma parte de una compañía de ballet de Nueva York, vive completamente absorbida por la danza. La presión de su controladora madre (Barbara Hershey), la rivalidad con su compañera Lily (Mila Kunis) y las exigencias del severo director (Vincent Cassel) se irán incrementando a medida que se acerca el día del estreno. Esta tensión provoca en Nina un agotamiento nervioso y una confusión ... [+]
20 de febrero de 2011
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿En alguna ocasión has notado como una película se te impregna en la piel y no puedes dejar de sentirla? Sus componentes opiáceos logran el efecto en cuestión de segundos. Aronofsky sabe como administrar esa droga. Su presentación convence y sin apenas darte cuenta has caído en sus redes. Y es que nunca un cineasta consigue tal nivel de seducción con el público como lo hace el peculiar director. En todas sus obras, ese flirteo lo hayamos en la presentación de los personajes. Pausadamente, sin perder ritmo, nos adentra en un mundo de ilusiones. Unas veces desde el pozo sin fondo, como en El luchador, y otras desde la obsesión por alcanzar una meta como ocurrió en Réquiem por un sueño o la obra maestra con la que ahora nos obsequia. Personajes llevados al límite, autodestructivos, abandonados y sobre todo conmovedores.
Genialidad y locura han estado unidas desde siempre. En la sinrazón encontramos la belleza más pura y es aquí, precisamente, donde el personaje de Portman parece tener un máster.
Nina, la joven a la que interpreta, es una bailarina cuyo sueño es poder dar vida al cisne blanco y negro en la intensa obra de Tchaikovsky "El Lago de los Cisnes". Alcanzar esa dualidad es el descenso al infierno para Nina y también para el espectador, que completamente embriagado del clima asfixiante, llega a la catarsis. Imposible olvidarse de ella.

“La perfección no se trata sólo de control. También se trata de dejarlo de lado” Sentencia un convincente Vincent Cassel en una secuencia de la cinta. Aronofsky, sin embargo, no se aplica el cuento. La danza de cámaras y planos completamente coreografiados no da pie a la improvisación.
Como tampoco ha dejado al azar la elección de Clint Mansell, su músico de confianza. Todo un acierto. Mansell logra aportar un gran ingrediente en la consecución de esa atmósfera psicodélica que desprende la cinta. Si aún resuenan en nuestra mente los ecos de Réquiem por un sueño con la machacante y adictiva pieza principal, ahora el músico decide atreverse a versionar la épica obra de Tchaikovsky de una manera sublime.
Se ha afirmado en infinitas ocasiones que Cisne Negro no sería lo mismo sin su protagonista. Una actriz que lucha con uñas (nunca mejor dicho) y dientes para ofrecer el mejor trabajo de su carrera. En cada escena la mirada de Natalie Portman desprende un conjunto de sensaciones que estremecen al espectador. Si como cisne blanco enamora como negro te enloquece. El recital que ofrece es digno de ser recordado como una de esas interpretaciones que marcan a una actriz. Sin duda alguna ha echado el resto como en su día lo hizo Ellen Burstain donde el personaje se fusiona con la persona.

(sigue en Spoiler sin revelar nada)

Lo mejor: el delirio al que nos conduce su director en los últimos minutos al lado de una actriz imponente.
Lo peor: es tal la dependencia creada que cuesta encontrar un defecto. El tiempo dirá si alguna vez los tuvo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ulher
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