"Matar a un hombre es algo muy duro; le quitas todo lo que tiene, y todo lo que podría tener...", probablemente la frase más impactante de toda la película y que mejor refleja el estado de reconversión del protagonista (el rubio Clint, uno de los reyes del Western), que cambia su vida de pistolero desalmado (que bañaba su conciencia en alcohol) por una vida tranquila como padre de familia. Dicha transición positiva fue posible principalmente por su mujer.

Un argumento sencillo, una primera parte con poco movimiento (comparada con el espaguetti western al que nos tenía acostumbrados) que aumenta en acción e intensidad progresivamente conforme se suceden las escenas, y unos últimos 15 minutos de auténtico infarto dignos de una de las mejores películas del género.

No pude evitar acordarme mientras veía la película de "Gran Torino", del mismo director. Ambos con un personaje bélico jubilado, inmerso en una vida tranquila por su circunstancias vitales, que se ve inmerso en otra difícil misión. Fiel reflejo de como los años equiparan a todo el mundo, aunque seas un militar o pistolero de gran reputación, pero tambíen de que "Quien tuvo, retuvo". Tambíen me parece importante una reflexión sobre el respeto y buen trato que se deberían dar a nuestros ancianos, y que creo se está perdiendo en estas generaciones jóvenes.