Es difícil saber dónde está el límite entre la descripción de la terrible enfermedad del Alzheimer y el homenaje indisimulado a uno de los políticos contemporáneos de más empaque y que ha conseguido aglutinar el respeto de opositores y acólitos por igual, algo que es casi imposible hoy en día ante el penoso nivel de los asiduos a los hemiciclos. Tal vez este documental consigue poner en un correcto primer plano la figura de Pasqual Maragall, casi sin proponérselo. Eso sí, desvistiendo lentalmente al político crudo y bajándolo del mundo irreal al cotidiano en el que, con la ayuda de sus seres queridos, deberá hacer frente al terrible drama del olvido.

Como siempre, es una lástima que tengan que ser las celebridades las que consigan poner en boca de todos problemas que afectan a un porcentaje considerable de la población. La persona anónima, la que sufre en silencio el progresivo borrado de su mente, jamás es tenida en cuenta al nivel que se merece. No sólo estoy hablando del Alzheimer, sino de cualquier tipo de enfermedad irreversible que es ignorada por el resto de la población que tiene la suerte de estar sana. Por favor, políticos, en vez de pelearos sobre el sexo de los ángeles, ocupaos de los problemas reales de la gente. Que no sea de nuevo necesario que un Pasqual Maragall, os abra los ojos al drama de las enfermedades irreversibles por falta de esfuerzos en la investigación de posibles remedios.