La batalla de las Termópilas dió fin a más de una cosa. Se acabaron los guerreros sudados y asquerosos: a partir de entonces, los soldados tenían aspecto de boy en plena despedida de soltera, y se creó la imagen del futuro marido que llega al altar con los cuernos bien puestos.

Frank Miller, un adelantado a su tiempo y un inveterado en historia antigua, traslada una batalla legendaria al campo de la sexualidad más actual.

¿Tíos barbudos, fondones, chaparros, cetrinos, y faltos de higiene?: Ni hablar. Ésos no son héroes. Sólo los malos pueden ser así de asquerosos. Y, si hace falta, les ponemos minusvalías que –ahora sí- definirán muy bien el talante barriobajero de Jerjes y sus ayudantes, que quisieron fastidiar a hombres bellos y talentosos.

Epopeya sobre la lucha inmemorial entre quienes se duchan todos los días, y los que sólo han visto el jabón en los anuncios, nos hallamos ante una obra colosal en la que solo cabe decir: “lo siento”, y sentirnos pequeños por el derroche de infografías que nos demuestran que el camino entre ser un cerdo, o un tio metrosexual que lucha en taparrabos porque está buenísimo, es más corto que el cerebro de un yanquee intentando comprender la historia europea antigua.

Viva el jabón, que lo inventaron los marines cuando liberaron Italia del yugo nazi. Si Leónidas volviese a nacer, a buen seguro que lo primero que haría es afiliarse al partido republicano, y a la asociación del rifle. Como debe ser.

En realidad, el rey de los troyanos se apellidaba Bush. Otra de tantas cosas que nos omite la historia, que no hace más que excluír al pueblo americano de sus logros más que probados..Y si la peli es entretenida y poco más, es porque han querido disimularlo hasta el límite.

Nada mas loable que ser discreto..

Olé cien veces por su humildad, que caramba! Viva la legión! Viva la sexta flota!