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España España · Valladolid
Voto de javi_pb:
9
Intriga. Thriller. Cine negro Inspirada en la novela homónima de Patricia Higsmith. Durante un viaje en tren, Guy, un joven campeón de tenis (Farley Granger), es abordado por Bruno (Walker), un joven que conoce su vida y milagros a través de la prensa y que, inesperadamente, le propone un doble asesinato, pero intercambiando las víctimas con el fin de garantizarse recíprocamente la impunidad. Así podrían resolver sus respectivos problemas: él suprimiría a la mujer ... [+]
5 de abril de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sólido thriller rodado con una portentosa fotografía en blanco y negro de Robert Burks, "Extraños en un tren" permanece en la memoria como uno de los mejores films del señor Hitchcock. Después del fracaso de sus anteriores películas y de su productora Transatlantic, el director británico volvió a territorio seguro con la adaptación de la novela homónima de Patricia Highsmith. El guión se lo encargó al fantástico autor de novela negra Raymond Chandler, si bien su relación con Hitchcock no fue nada buena, debiendo terminar el trabajo Czenzi Ormonde, ayudante de Ben Hecht. El orondo director no quedó muy satisfecho con el guión, tal y como relató a Truffaut en su famoso libro. Y es precisamente ahí donde la película no es del todo redonda, ya que la historia, después de un arranque expositivo portentoso, presenta algunos agujeros e incoherencias, sobre todo en el tramo final. Sin embargo, es tal la maestría de la narrativa, la sucesión de escenas visualmente impactantes y el suspense a lo largo de todo el metraje, que el espectador, atrapado en su butaca, se ve empujado a la suspensión de la incredulidad. Esto es algo muy recomendable para disfrutar del cine de sir Alfred, porque es bien conocido que, incluso en sus mejores películas, siempre hay situaciones que no resistirían un análisis lógico pormenorizado. Y es aquí donde entran los llamados "amigos de la verosimilitud", que tal y como se ve en ciertas críticas, son capaces de tirar por tierra todos los aciertos y hallazgos cinematográficos de una obra como esta por el mero hecho de que la historia no siga las leyes de la lógica. Refiriéndonos a las propias palabras del realizador, otros autores aspiraban a rodar trozos de vida, mientras que él rodaba trozos de pastel.
Y menudo festín nos legó a los cinéfilos. Ya desde el inicio, con esa magnífica presentación de los dos protagonistas a través de sus zapatos, hasta su fortuito encuentro, acompañado con ese bello plano metafórico de las vías que convergen y se separan. Por no hablar de la muy comentada escena del asesinato, con ese plano inverosímil. Cine en estado puro. Y este es otro punto importante, ya que a Hitchcock también se le acusa de aligerar la profundidad de la historia en beneficio del espectáculo. Pero no hay que olvidar que lo que más le interesa siempre al director es el aspecto visual de la obra y mantener en tensión al espectador, algo que queda claro en escenas como el tour de force del clímax en el tiovivo, o el magistral montaje en paralelo del partido de tenis de Guy y el extravío de Bruno del mechero, donde juega con el tiempo a su antojo. Y es que el lenguaje cinematográfico es muy distinto al literario, ya que, volviendo a citar a Hitchcock, el trabajo del novelista consiste en llenar las páginas de palabras, mientras que el cineasta tiene que rellenar el encuadre de imágenes.
No obstante, pese a los recortes que sufrió el material literario de base y a los estrictos códigos que regían en el Hollywood de los años 50, nos encontramos ante una historia muy oscura (no en vano estuvo censurada en España durante más de diez años). Es especialmente brillante el retrato del villano, Bruno, interpretado por un Robert Walker apabullante, y la dualidad existente con Guy Haines. Bruno es un demente, pero también representa el lado oscuro del protagonista. Guy no se atreve a asesinar a su mujer, porque es moralmente reprobable, pero si pudiera lo haría, y de hecho se beneficia de la acción de Bruno. Por lo tanto es un asesino en potencia, pero cobarde, pues es su doble demoníaco quien le resuelve la papeleta. En ese sentido la elección de un actor como Farley Granger, que parece demasiado débil para su papel, en mi opinión ahonda en esa dirección. Da la impresión en efecto de que Hitchcock retrata a este personaje arribista con cierto desprecio. No cae especialmente simpático al espectador, y su relación con la hija del senador parece una herramienta más para ascender en la escala social. Por tanto, los dilemas morales que presenta la película y la ambigua relación entre Guy y Bruno dotan al film de unos parámetros cercanos al cine negro, y lo hacen más rico si cabe.
En definitiva, pese a sus imperfecciones (especialmente su precipitado final), se puede decir que "Extraños en un tren" es uno de los thrillers más potentes de Hitchcock, que no es decir poco. Comento un detalle en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
javi_pb
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