Es increíble como hay ciertas series (no voy a decir nombres para no herir a nadie) que se alargan hasta la extenuación, que tienen una buena temporada y luego siguen estirándola como a un chicle cuando en realidad no dan para más. Sin embargo, otras como True Detective, sin lugar a dudas una de las mejores series que se han hecho jamás, solo dura ocho capítulos. No es que la serie se te quede corta, es que necesitas más, te deja a medias con aspectos importantes de la trama, es como si te dan algo maravilloso y te lo arrebatan sin más, de las manos.

La serie prácticamente está narrada en flashback hasta los dos últimos capítulos. Dos detectives, magestuosamente interpretados por McConaughey y Harrelson, se ven obligados a rememoran unos atroces asesinatos y unas misteriosas desapariciones ocurridos años atrás puesto que el asesino parece que ha regresado.

La historia se basa en la relación existente entre los dos protagonistas, tanto desde el punto de vista de sus creencias y su fe, como de sus miedos y angustias vitales, reflejando la condición humana de cada uno de ellos ante el otro, la vida y la muerte, el más allá, todo lo que la vida conlleva en sí misma. Todo ellos aglutinado en una atmósfera absorbente, deprimente en muchos sentidos, con el telón de fondo de los pantanos de la rural Luisiana.

La mayoría de las escenas entre ellos están cargadas de debates existencialistas, principalmente de Rust, el personaje de McConaughey. Sus miradas perdidas al vacío, sus desvaríos morales sobre el ser humano, sobre sus incoherentes creencias, sobre la existencia de Dios... hacen el contrapunto perfecto al personaje de Martin, interpretado por Harrelson, hombre de familia, casado y con hijas, católico, bebedor y mujeriego, nos lo presentan casi como el típico habitante de esa región de Luisiana.

Poco a poco, esos personajes tan antagónicos uno del otro, con sus innumerables desavenencias, con el paso de los años, van entendiendo las razones morales de la existencia del otro. No digo que la palabra amigo defina su relación, más bien es esa necesidad de ayudar al compañero ante los problemas que le va surgiendo a lo largo de la vida. En medio de esa relación convive también la esposa de Marti, genialmente interpretada por Michelle Monaghan, desesperada por los continuos engaños de su marido.

La serie me recuerda mucho a las películas de Bergman o Tarkovsky, donde en realidad no importa mucho el final de la historia, sino el recorrido que tenemos que seguir para llegar a él. En True Detective pasa lo mismo, en realidad lo que el director nos quiere contar es el desarrollo moral de los personajes, el caso y los asesinatos en muchas partes de la serie están en un segundo plano. De hecho, mucha gente ha criticado el final de la serie un poco por ese motivo, porque realmente no es un final dramático, simplemente es un final, pero fiel 100% a lo que nos han contado a lo largo de toda la temporada.

Sin duda alguna, una de las series mejor realizadas de la historia, imprescindible su visionado para los amantes de las series televisivas y de los cinéfilos, te sorprenderá estoy seguro.