Intentaré ser breve. A los 30 minutos de película no sé de qué va, estoy en campo abierto, sin color, me es indiferente lo que veo y pienso en irme a otro lugar. A los 45 minutos, el campo ahora es un sitio perdido y es gris, con zarzas y animales que te muerden. Me gusta que haya algo, y continúo para ver a dónde me lleva ese cambio de escenario. A la hora ya estoy en un jodido desierto con el cielo negro, no hay comida, debo masticar arena, la cantimplora se rompe y las zapatillas se desintegran quemándome las plantas. Viene un beduino y en vez de ayudarme me quita la ropa y me da dos latigazos. Y encima dos perros corren detrás de mi y soy carne de cañon.
Así es la peli. Si la dejas en el momento en que te parece insulsa, vendrás aquí, le pondrás un tres y te irás a dormir sin remordimientos.
Si decides continuar porque no tienes otra cosa que hacer, vendrás aquí y le pondrás un 6,5 pero te irás a la cama mascando tierra y ziscándote en mas de uno y de una.
A favor de la peli exactmente eso, te transmite sentimientos, aunque estos no sean los que quieres que aparezcan esa noche. Te retuerce y te agobia, te entristece y te angustia, te asquea y hace que se te revuelvan las tripas de tristeza.
En contra. Esa primera media hora insulsa, y ese nonato en el suelo del baño y toda la historia desagradable que le rodea en esa desagaradable Rumania de los años 80.