Si te lo estás pensando no la veas. Esta es una película sin alma. Cuando salí de ver El Buen Alemán juré que ya nunca más creería en Soderbergh como director más allá de Oceans y sus muchachos. Y es que hasta en esta película ha tenido que meter sus ritmos de bajo al son del montaje. No se pudo aguantar. Hay directores que no tienen alma y que no son capaces de afrontar historias humanas y mucho menos políticas. Por eso si uno ve El viento que agita la cebada y luego ve esta película comprueba la diferencia. Entre la universalidad de la obra de Loach, pese a ser un rojo declarado, sus películas llegan a todos por su sinceridad. El Che es plana, rara, torpe. Benicio salva los muebles y poco más. No tocará los corazones de nadie.