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España España · Castellvell del Camp
Voto de Jordirozsa:
6
Thriller Ethan (Miller) y Sean (Gilchrist) son dos jóvenes, compañeros de clase en su instituto, que deciden gastar una broma pesada a su vecino Harold Grainey (Caan), haciéndole creer que su casa está encantada. Así que cuando una tarde Grainey sale de casa, los dos chicos instalan un equipo para simular los ruidos y unas webcams para ver su reacción. Pero pronto se darán cuenta de que han elegido a la persona equivocada... (FILMAFFINITY)
20 de abril de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
«The Good Neighbor» (2016) explora temas como la invasión de la privacidad, el acoso y la percepción de la realidad, así como las consecuencias éticas de las acciones de los personajes. La dirección de Kasra Farahani combina el formato de metraje encontrado con un estilo narrativo más tradicional, con lo que parece estar buscando un efecto de realismo y autenticidad. Al incluir imágenes grabadas con cámara en mano y otros elementos que evocan la estética del «found footage», se crea la sensación de que estamos viendo algo verdadero. Además, hace que el espectador se sienta como un testigo directo de los eventos, y crea una sensación de invasión de la privacidad, ya que el público ve momentos íntimos y personales de la vida de Harold Grainey (James Caan) a través de las cámaras ocultas. Cuando se muestra la interacción entre Ethan y Sean, se utilizan cámaras de mano y fijas para representar las grabaciones que ellos mismos hacen durante la ejecución de su plan. Estas cámaras permiten al espectador ver las acciones y decisiones de los adolescentes desde una perspectiva más personal e íntima. El uso de cámaras de mano y fijas también refuerza la naturaleza «amateur» de la trama, lo que agrega un elemento de autenticidad a la historia.

También utiliza «flash-forwards» y una narrativa no lineal. Las escenas del juicio y otras tomas se presentan con un enfoque cinematográfico más tradicional, lo que permite al espectador comprender la gravedad de las acciones de los chicos, y cómo estos eventos afectan el desenlace de la trama. La superposición de varios planos diegéticos, asociado cada uno de ellos a uno de los mencionados estilos, añade complejidad a la narrativa y crea una sensación de intriga en la audiencia.

Sin embargo, el conjunto puede ser percibido como poco elaborado y con una ejecución fotográfica pobre en algunos momentos. En las escenas del juicio, por ejemplo, el uso excesivo de primeros planos responde a un intento de enfocar la atención del espectador en las emociones y reacciones de los personajes. Pero esta elección estilística del técnico Alexander Alexandrov, limita la variedad visual y la profundidad de la narrativa, haciendo que las escenas parezcan repetitivas o monótonas.

El guion a cuatro manos de Mark Bianculli y Jeff Richard, es irregular en su atmósfera de tensión, especialmente durante el tramo central de la película. La presencia de situaciones y diálogos intrascendentes entre Sean (Keir Gilchrist) y Ethan (Logan Miller), así como sus reuniones con amigos, provoca una sensación de aburrimiento. Esta desproporción en el ritmo puede ser atribuida a un «script» que no logra mantener el interés en todo momento. Si bien las escenas de interacción pueden servir para desarrollar sus personalidades y dinámicas, el exceso de estas situaciones desvia la atención de la trama principal. A pesar de ello, la película presenta momentos puntuales que logran recapturar el nivel de «arousal», lo que mantiene la trama en movimiento y evita que la historia se vuelva completamente latosa. Estos momentos incluyen revelaciones sorprendentes, interacciones intensas entre los protagonistas, o cambios en el rumbo de la intriga.

El montaje afecta la disipación del ambiente de angustia. Permite que las escenas intrascendentes se prolonguen demasiado, y la atención del espectador se dispersa. Además, las transiciones entre las escenas clave y los tramos más anodinos, son bruscas o poco claras. Esto afecta el flujo narrativo y hace que sea inconsistente.

La torpeza y la falta de habilidad del director para utilizar el «planting» y soltar pistas de manera efectiva pueden haber contribuido al lento ritmo narrativo y a la pérdida de interés. Un enfoque más hábil y cuidadoso para estos elementos podría haber mantenido la tensión y el compromiso del espectador a lo largo de la película.

La banda sonora de Andrew Hewitt resulta deficiente e insatisfactoria. No llega a ser un elemento eficaz en la creación del tono de la película. La música diegética, que forma parte del mundo de la película y es audible para los personajes, añade puntualmente momentos de autenticidad y realismo en algunas escenas. Sin embargo, la partitura extradiegética, no logra apoyar y resaltar adecuadamente las emociones y la tensión en la narrativa. No captura la intensidad de las escenas, y ello dificulta que la audiencia se sumerja completamente en la historia. Una banda sonora más trabajada y efectiva podría haber mantenido el clima de suspense, y acentuar los momentos climáticos.

La responsable del diseño de producción, Margaret Box, utiliza un número reducido de localizaciones para desarrollar su trama, lo que puede ser tanto una ventaja como un desafío. La habitación de los adolescentes sirve como el centro de sus operaciones, donde planean y monitorean sus acciones hacia Harold Grainey, el misterioso vecino. La casa de éste es el principal objeto de estudio y vigilancia de Sean y Ethan, y es aquí donde gran parte de la tensión y el misterio de la película se desarrollan. Representa el mundo privado, y cómo la invasión de su intimidad tiene consecuencias imprevistas. El supermercado al principio de la película sirve para establecer el contexto y mostrar cómo Sean y Ethan obtienen los equipos necesarios para llevar a cabo su plan. Aunque es una localización anecdótica, contribuye a la construcción del argumento y al desarrollo de los personajes. La sala del juicio proporciona una perspectiva diferente a la trama. Estas escenas revelan las consecuencias legales de las acciones de los personajes y permiten al espectador reflexionar sobre la ética y la moralidad de sus decisiones. Las pocas tomas de la calle donde viven los protagonistas sirven para ubicar a la audiencia en el entorno de la historia y ofrecer un contexto más amplio.

El veterano James Caan, («El Padrino», 1972; «Rollerball», 1975 o «Alien Nation», 1988), aporta una presencia en pantalla que es innegable y atrae la atención del espectador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jordirozsa
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