Hay una escena de esta breve película que me maravilló. Cuando el niño se acerca al globo e intenta tomarlo de la piola, como forma de apoderarse del objeto que le da placer, el globo se retira, vuelve, se retira... no se deja atrapar.
Pareciera que el objeto intentara decirle al niño que no hace falta apropiarse uno del otro para caminar juntos. Son unos pocos segundos, pero son imágenes con mucha poesía y sensibilidad.
La película rezuma poesía, ternura, inocencia, y aunque también nos muestra el lado oscuro, la discriminación, la envidia, el egoísmo (si tu eres tan feliz con tu globo, pues te lo pincho, y ven a la manada), el final es esperanzador.

En síntesis, muy recomendable para cualquier edad y en cualquier tiempo, escribo esto 57 años después que Lamorisse padre presentó su trabajo, en tanto Pascal, si aún vive, ronda los 61 años; ojalá haya encontrado su globo rojo, que al cabo es lo que todos buscamos en la vida.

Salud.