Hagamos un ejercicio práctico. Borremos de nuestra memoria una o dos películas de la filmografía de Ridley Scott (Alien y Blade Runner) y veamos que nos queda… Nos queda un director irregular con tendencia a gustarse demasiado a sí mismo. Tiene una gran capacidad narrativa y un fantástico talento visual (al igual que un acertado gusto estético) pero demasiadas pretensiones de ponerse trascendente. Y cuando uno quiere ponerse trascendente corre el riesgo de perder el norte, no conectar con el espectador, aburrir y, por supuesto, no lograr lo que pretende: trascender.

Viene a ser más o menos lo que pasa con El reino de los cielos. Y añado que leí críticas antes de ver la película y leí sobre una versión de cines y una versión extendida que sí que había gustado (y es la que he visto). También he leído a gente que valora positivamente el anodino trabajo de Harry Gregson Williams (el compositor de la música). Pues bien, no he sido capaz de ver nada de eso.
Orlando Bloom es un actor (dicen) que poco a poco demuestra su valía como intérprete (modo ironía on) y sobre él recae buena parte del peso de la cinta. Pero sobretodo, Scott se pierde buscando cierto preciosismo visual escena tras escena, plano tras plano, pero eso acaba importando más que la propia historia o la narración de la película (hay veces que lo absurdo de esto se traduce en un montaje chusco e impropio de una película como ésta). Este montaje, a ratos ridículo, hace a su vez a la película aburrida y a ratos incoherente. La historia se pierde y diluye en un largo metraje inconsistente y el acompañamiento musical no puede aportar nada a la película (la misma ya estaba irremediablemente perdida). La música cae en clichés, pero lo mejor es que en la versión extendida Scott hace de las suyas y usa música de otras películas (marca de la casa) pero el resultado es enormemente ridículo: cuando al final de la cinta Bloom arenga a los suyos a defenderse usan una pieza de la película El guerrero número 13 (una de las mejores piezas de la década, de Jerry Goldsmith) pero no pega de ninguna manera. El tono de la música hasta entonces es totalmente diferente. Para poner un ejemplo fácil de entender, es como si en Star Wars (creo que todos ponemos a Star Wars un sonido muy concreto) pusieran en una o dos escenas música de Vivaldi o Bach. Y esa falta de coherencia es lo que define la filmografía de Scott, perdón, es lo que define la cinta de Scott.

Nota final: los errores históricos no son un problema para la cinta (son, incluso, licencias artísticas) y la película solo la recomendaría a amantes del género histórico y para seguidores (que creo que ya no quedan) de Orlando Bloom.