No es que le tenga manía a los años ochenta, al fin y al cabo gran parte de mi adolescencia ocurrió en esa época, pero es que desde el punto de vista artístico se cargo tantas cosas...

Su moda hortera, literatura pésima, arte monstruoso... y cine de dudoso gusto. Claro que hay obras maestras, pero se cargo dos de los mejores géneros de siempre, uno el western y otro el de terror. Del primero tenemos maravillas en la década anterior, y del segundo no hace falta que las recuerde porque están en la mente de todos. En cambio en los ochenta el terror pasó a ser un producto que desarrolla los subproductos anteriores. Antes existía ya serie B con mucha sangre y poco estilo- filmes italianos sobre todo-, pero había otro peldaño más arriba que era clásico y donde las películas realmente estaban bien hechas, o al menos eran sugerentes (sería toda la línea del “El exorcista” o “Al final de la escalera”). Es decir teníamos terror cutre o terror de calidad, podías escoger A partir de los ochenta no. Posiblemente el género de acción, que inundaba las carteleras y vídeo clubes de todo el mundo invadió otros géneros. Porque de eso se trata, de acción en vez de con metralletas con cuchillos, pero se ha perdido el sentido psicológico de la tensión. No me extraña que en esta aparezca Linda Hamilton, chica “Terminator”.

“Los chicos del maíz” es un caso típico de cine basura, que en otra época o no se hubiese hecho o hubiese sido ignorado, aquí no, se hicieron mil partes más y dio de comer a un par de generaciones de “artistas”.

El relato de Stephen King no es precisamente de lo mejor suyo, pero es que la película lo empeora hasta el disparate. Con películas como esta uno tiene que estar a favor de la piratería, y es que gastarse nueve euros en esto es como tirarlos por una alcantarilla. Mejor unas cañas, en serio.