La Isla de Pascua es un lugar muy interesante. Y no sólo por su belleza, sino porque nos enseña como es la historia del hombre. Aquello fue una especie de microplaneta y como todo sucedía en una escala más pequeña –en realidad se dice más grande, menor escala más territorio representado y viceversa- los procesos se sucedían más rápido. Lo que allí aconteció es lo que ya sucede y sucederá en el futuro en todo el planeta: Superpoblación, deterioro ambiental y escasez de alimentos.

Por eso se agradece que una película como esta hable de pueblos indígenas y no haga falta poner a los blanquitos de turno para que lo destruyan todo, con el típico discurso colonialista. No, desde que el hombre salió de África, se encarga de devorar todo a su paso y no hay civilizaciones buenas o malas, sólo superiores o inferiores cuando chocan entre sí.

Claro que de eso a decir que “Rapa Nui” es una película ecológica va un mundo. Si dijeran que es una película gay casi sería más acertado. Por cada árbol que se corta le corresponden veinte torsos desnudos de hombres. Lo que se premia es ante todo la acción, más que la reflexión antropológica. Bueno, es Hollywood, ya se sabe.

“Rapa Nui” es una mezcla entre “Le llaman Bodhi”, “Carros de fuego” y “Bailando con lobos” –Kevin Costner es el productor-. Es decir, demasiado pupurri para que el tejano Kevin Reynolds pudiera sacarlo adelante con brillantez. Es posible que hubiera sido un más que interesante documentalista pero como guionista y director es bastante flojo.

Quizá lo más destacable es que “Rapa Nui” es una de las pioneras de ese cine sobre áreas del planeta hasta entonces olvidadas y que continua hasta nuestros días -”El último rey de Escocia” por ejemplo- y que por lo menos no tengamos que aguantar la típica historia sobre periodistas, exmarines o policías.

Lo peor desgraciadamente es que es imposible, una vez más, que el puñetero romanticismo -que está bien cuando está bien, y que sobra cuando sobra- haga que sea casi ciencia-ficción que cuando se elabora un guión pueda quedar al margen la historieta de amor para buscar la rentabilidad comercial. Aquí sobraba. Sólo consigue que la narración, que debía ser más brutal y menos ética, se convierta por momentos en un pastelón sobre la lucha por el amor de una mujer. Más visto que el TBO en una película que tenía todo para ser original y que utilizó un escenario exótico para contar lo de siempre.

Nota: 5,3.