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España España · Gijón
Voto de Loberto:
7
Drama El 11 de septiembre de 2001 cuatro aviones fueron secuestrados. Tres alcanzaron su objetivo, pero el cuarto no. Relato de la tragedia por medio de una meticulosa recreación de los acontecimientos que rodearon al vuelo 93 de United Airlines con la esperanza de tener una visión más amplia de los hechos. La película, realizada con el apoyo de las familias de los pasajeros que viajaban a bordo del avión, relata en tiempo real la dramática ... [+]
5 de octubre de 2006
16 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es difícil que nos vayamos a encontrar una película más seria y que trate con tanta distancia un tema tan escabroso como fue el 11-S como la que ofrece Paul Greengrass. Sin duda, hay documentales bastante menos asépticos que esta mirada al vuelo 93 de la UA, famoso por ser el único que no llegó a su objetivo.

Todo está filmado cámara en mano, lo que se muestra muy adecuado para transmitir por encima de todas las cosas, el caos vivido aquel día. Además, la acción transcurre prácticamente en tiempo real, y los actores son completos desconocidos. No se nos presenta a nadie, no se nos pone en antecedentes de nada.

Ese es el mayor acierto de Greengrass: deja que la narración descanse en los hechos, tan duros y terribles que no necesita ningún efecto extra para causar impacto en el espectador. El prólogo transcurre en las centros de control aéreo, en el que empiezan a perder el contacto con unas aeronaves. Así, se alterna la inquietud de las más altas instancias, incluidos militares y gobierno, que se muestran preocupantemente incapaces para responder, con el embarque y el despegue del United 93.

Sin embargo, una vez que los terroristas se hacen con el avión, todo el protagonismo recae en dicho vuelo, y la tensión crece exponencialmente. Sin duda, el punto algido es el momento en el que los pasajeros contactan con sus familias, y se dan cuenta de que el destino de su vuelo no ofrece retorno. En este punto, hay gente que ha visto un patriotismo barato, pero no nos engañemos: nadie, sea americano, japonés o español, se podría quedar cruzado de brazos ante una situación así. Es cuestión de instinto de supervivencia. Sólo hay que prestar atención a lo que sucede al final, cómo se llega a esa situación, y cuál es el plan de los viajeros.

Lo peor de todo es la sensación desazonante de que, sea o no cierto lo que se narra en esta película (nunca lo sabremos), la tragedia fue real. Greengrass ha intuido que unos hechos así no necesitaban de ningún aderezo para impactar al espectador. La realidad habla por sí misma.
Loberto
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