Haz click aquí para copiar la URL
España España · Aras de los Olmos
Voto de Nerudario:
1
Aventuras. Acción Guerras napoleónicas, año 1805. Bonaparte domina Europa. Inglaterra consigue resistir porque es la primera potencia naval del mundo. Precisamente por eso los mares se convierten en un crucial y estratégico campo de batalla. En el Atlántico, el Surprise, un navío inglés capitaneado por Jack Aubrey (Crowe), es atacado por sorpresa por un buque de guerra francés. A pesar de los graves daños sufridos por la nave, Aubrey decide navegar a ... [+]
7 de abril de 2011
24 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Grandísima decepción, basada en una de esas novelas de términos de navegación (para los que somos de secano y nos interesa bastante poco la Copa América, en cuanto leemos dos párrafos de garfias, mesanas, trinquetes, arboladuras nos dan ganas de utilizar el libro para envolver bocatas), cuenta la historia del Surprise, barco inglés capitaneado por el inexpresivo Russell Crowe, en a ciencia cierta uno de sus peores papeles, que surca los mares para mayor gloria de su majestad.

Tras ser atacado, a traición por supuesto, por un barco francés más potente, con más cañones, más resistente, más bonito y tripulado por unos gabachos, malos, malísimos y pese a los daños; el bueno de Crowe, se recorre los siete mares (incluida expedición naturalista que no se sabe qué pinta ahí y que genera una de las conversaciones, entre el capitán y su "churri" el médico, más absurdas que he visto) con la intención de hundirlo.

Este "maravilloso" planteamiento es aderezado con grandes dosis de aburrimiento, lentitud exasperante y con un film ausente de otra trama. La película utiliza como eje, junto a la interminable persecución del barco francés, la amistad, de una homosexualidad latente, comparable a la de Bilbo y Sam de la saga ESDLA, entre el capitán y el médico; casi rota cuando éste se empeña en prolongar una expedición científica en las Galápagos que el capitán quiere acortar (pedazo de suspense y de tensión dramática), eso sí todo ello mezclado con conversaciones en las cuales se ensalzan las virtudes de la raza anglosajona.

La dirección corre a cargo de, mi hasta este momento admirado, Peter Weir (El Club de los Poetas Muertos, El Show de Truman) que se caracteriza por ser un director todoterreno, capaz de hacer películas sobre temas totalmente distintos y con estilos diferentes, que hasta ahora solía facturar acertádamente.

Esta idiotez acuática a pesar de todo tiene una bellísima fotografía, un sonido excepcional y algunas escenas de acción muy logradas, aunque, eso sí, los efectos especiales vuelven aquí a actuar contra el conjunto, mostrándonos algunos efectos un tanto rancios.
Nerudario
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow